UEMacron ofrece a la UE su paraguas nuclear frente al amago de Estados Unidos de no proteger a sus aliados ante una hipotética ofensiva de Putin. Pero es una apuesta llena de incertidumbres. Ni siquiera hay un consenso sobre el uso de armas nucleares
Las incógnitas de la bomba atómica francesa
Macron ofrece a la UE su paraguas nuclear frente al amago de Estados Unidos de no proteger a sus aliados ante una hipotética ofensiva de Putin. Pero es una apuesta llena de incertidumbres. Ni siquiera hay un consenso sobre el uso de armas nucleares

- Óscar B. de Otálora
"Tenemos el ejército más eficaz de Europa y, gracias a las decisiones que tomaron nuestros mayores después de la Segunda Guerra Mundial, tenemos capacidad de disuasión nuclear. Esto nos protege mucho más que a nuestros vecinos”. El presidente francés, Emmanuel Macron, pronunció estas palabras el pasado miércoles en un discurso televisado a la nación que tuvo una audiencia sin precedentes. Un 71,6% de los televidentes galos escuchó una alocución en la que volvió a hablarse de uno de los temas más peligrosos de la actual situación histórica: el riesgo de una guerra atómica. Y lo hizo el único país de la Unión Europea (UE )que dispone de un arsenal de este tipo capaz de amenazar a Rusia. La grandeur (grandeza) francesa volvía a exhibirse, esta vez, en la forma de una bomba nuclear con la bandera tricolor.
Macron ha ofrecido a Europa el paraguas nuclear francés en una delicada jugada que podría incluir a los británicos y su flota de misiles atómicos embarcados en submarinos. Esta sería una de las respuestas a la decisión del presidente de Estados Unidos (EE UU), Donald Trump, de dejar sola a Ucrania y de amenazar con no respaldar al Viejo Continente como lo había hecho hasta ahora. Cuando se utiliza el tópico de regresar a los años de la Guerra Fría, uno de las aspectos que sobrevuela a esa frase es que la alternativa era un conflicto bélico de verdad entre dos superpotencias que disponían de un arsenal descomunal de bombas nucleares y que si no se empleaban era por el principio de la destrucción mutua asegurada. La Guerra Fría era lo que evitaba una ‘guerra caliente’.
Pero la segunda llegada de Trump a la Casa Blanca, su apuesta por la Rusia de Vladímir Putin en Ucrania y su menosprecio a Europa han creado un nuevo estatus. “El equilibrio que había existido durante años se ha acabado”, afirma Daniel Rajmil Bonet, doctor por la Universidad de Viena, profesor de Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya y experto en disuasión nuclear. En términos muy similares se ha expresado el exprimer ministro francés Edouard Philippe: “No estamos lejos de un derrumbe de los cimientos sobre los que se ha fundado el orden mundial desde 1945”. Ese año explotó la bomba atómica.
LA EXCEPCIÓN GALA
En ese escenario, Macron ha ofrecido al continente la protección de su arsenal atómico. Hasta el ‘terremoto Trump’, Europa se encontraba bajo el conocido como paraguas nuclear norteamericano. Italia o España habían renunciado a disponer de su propio armamento de este tipo bajo el pacto tácito de que la OTAN se encargaría de proteger a sus aliados. Inglaterra, por su especial relación con Estados Unidos, creó su propia armada atómica, pero supeditada al material y las disposiciones de Washington. La excepción fue Francia.
La historia del Viejo Continente en las últimas décadas no se puede escribir sin mencionar al general Charles de Gaulle. En 1958, la descomposición de la Francia de posguerra hizo que el hombre que había recuperado el honor nacional tras la derrota ante los nazis fuera llamado a presidir el país en un intento de salvación desesperado. Aplicó su visión de la grandeza a un Estado en llamas por la sangrienta descolonización de Argelia y por la expulsión de Vietnam en un fracaso militar sin precedentes. El nuevo mandatario tomó una decisión que ahora se ha convertido en una de las claves de la geopolítica: aprobó que su nación abandonase la OTAN, que desarrollase su propia bomba atómica y que no dependiese de Washington para defenderse. Esa filosofía se resumía en una expresión: “Estados Unidos nunca sacrificará Nueva York por París”.
Los militares franceses iniciaron entonces una carrera que en la actualidad les permite disponer de 290 cabezas nucleares que pueden disparar desde cuatro submarinos atómicos o desde medio centenar de aviones. Además, cuenta con el portaaviones Charles de Gaulle, que puede embarcar este tipo de armas. La arrogancia gala hizo que continuasen con los ensayos nucleares hasta 1996 y que llegaran a hundir en una operación de guerra sucia al Rainbow Warrior (guerrero del arcoiris), el barco de Greenpeace.
PREGUNTAS EN EL AIRE
Este es el paraguas que Macron quiere poner a disposición de Europa para construir un muro defensivo ante la Rusia de Putin. Pero quién puede abrirlo y cuándo son una incógnita. “¿Cuáles serían las líneas rojas?”, se pregunta el experto Rajmil Bonet. Es decir, ¿en qué momento se podría decidir apretar el botón atómico? Esta pregunta es clave para que la disuasión sea efectiva. “En la Europa de los Veintisiete no hay unanimidad en cuestiones claves como migración, así que pensar en un consenso sobre el uso de armas nucleares no está todavía sobre la mesa. Por ejemplo, hay países como Austria que se han incorporado al tratado de prohibición de armas nucleares”, expone. Por otro lado, en el Viejo Continente hay naciones gobernadas por rusófilos, como Viktor Orbán en Hungría, o tradicionalmente antinucleares, como Suecia, que se unió a la Alianza Atlántica al sentirse amenazada por Moscú tras la invasión de Ucrania.
En principio, una doctrina casi sagrada en Francia es que el presidente es el único que dispone de la capacidad para decidir la activación del arma nuclear. “Tampoco sabemos en qué consistirá la cesión de ese paraguas en cuanto a las decisiones últimas o el despliegue en momentos de conflicto”, se plantea Rajmil. Hay bastantes más dudas. París regresó a la OTAN en 2009, por lo que también está sometida a las decisiones del Tratado del Atlántico Norte. Y queda por saber cuál será el papel del arsenal británico, que depende de Estados Unidos desde su creación.
En cualquier caso, los dueños del paraguas francés tienen prisa por que se tome una decisión, en especial, ante el cada día mayor abandono de Estados Unidos a Ucrania y a los países europeos. El ex primer ministro Philippe resumió la situación con una frase: “Si continuamos diciendo ‘nuestra seguridad está en juego’, pero no sacamos ninguna conclusión sobre el terreno, Putin verá que somos viejos gatos castrados que ronronean en lo profundo del bosque y que no estamos dispuestos a movernos”.