Edición impresa

Actualidad Navarra, Pamplona, Tudela, Estella, Osasuna, Deportes, Gobierno de Navarra, Ayuntamiento de Pamplona, Política, Economía, Trabajo, Sociedad.

Libros

La historia de amor de Mateo y Josefina: el emocionante epistolario de dos navarros en plena Guerra Civil

‘Las últimas cartas del requeté’ es uno de los legados epistolares más completos de la contienda fratricida: 86 misivas que revelan la crudeza del frente y la lucha en la retaguardia

Ampliar Pablo Larraz y Pilar Sáez de Albéniz posan para esta entrevista con el libro editado y las cartas originales, la mayoría de ellas extendidas sobre una mesa, con varias fotografías, una boina roja y un crucifijo, estos dos últimos símbolos carlistas
Pablo Larraz y Pilar Sáez de Albéniz, con el libro editado y las cartas originales, la mayoría de ellas extendidas sobre una mesa, con varias fotografías, una boina roja y un crucifijojosé carlos cordovilla
Publicado el 29/12/2024 a las 05:00
Cuentan que ser los editores de este legado les ha cambiado radicalmente desde muchos puntos de vista, como investigadores, pero también como personas. Pablo Larraz Andía (Pamplona, 1974) y Pilar Sáez de Albéniz Arregui (Pamplona, 1965) están felices por esa transformación y, sobre todo, muy agradecidos a quien confió plenamente en ellos para llevar a cabo este proyecto: Víctor Manuel Arbeloa Muru. Hijo único de “los verdaderos autores del libro, Mateo y Josefina”, y huérfano de padre desde los 16 meses de vida, el escritor, historiador y político ve por fin su anhelo cumplido. ‘Las últimas cartas del requeté’ (Almuzara, noviembre 2024) revela, con sinceridad y profundidad, las dos caras de la guerra: la crudeza del frente norte, donde Mateo combatió como voluntario carlista, y la lucha diaria de Josefina, su esposa, desde la retaguardia, para sacar adelante a su familia. Y, “como hilo conductor: su amor y su fe inquebrantables”.
¿Cómo nació este libro?
Pablo Larraz: El encargo surgió en la época de la pandemia, pero en mi caso, como médico rural en ejercicio, el cansancio hizo que no abordara el proyecto hasta enero de 2021. Aunque en 2002, Víctor Manuel había publicado 11 cartas de su padre en la revista ‘Actas’, es ahora cuando ha sido posible la edición en libro de toda la correspondencia: las 62 cartas de Mateo (que había prometido escribir a su esposa cada cuatro días, para demostrarle que seguía vivo) y las 24 de Josefina, muy inferiores en número -pero también magníficas-, por el escaso tiempo del que disponía, teniendo en cuenta la crianza de Manolín, el cuidado del abuelo y las tareas de la casa y del campo.
Son 86 cartas de ida y vuelta, en un periodo bélico determinado y con una cantidad ingente de información. ¿Es fácil encontrar un legado de este calibre?
P. L: No, en absoluto. He recogido muchas cartas de la guerra civil, pero todas eran cartas sueltas, nunca una colección epistolar cruzada, y entre las dos mismas personas. Además es una colección prácticamente completa, calculamos que solo faltan entre tres y seis epístolas. Una de las cosas más relevantes de las cartas es que reflejan una relación personal y una evolución psicológica por la contienda: el estado de ánimo de Mateo el 19 de julio de 1936, cuando va al frente y cree que va a volver en dos semanas, no es el mismo que en noviembre, cuando están inmersos en el barro del monte Kalamúa y ven el desastre de la guerra; o incluso más tarde, en enero del 37, cuando no le dan permiso para ir a casa y cree que Manolín podría olvidarle.
¿Qué valor tienen desde el punto de vista historiográfico?
Pilar Sáez de Albéniz: Enorme. En primer lugar, dan muchísimos datos de la vida cotidiana, en el frente y en la retaguardia. En segundo lugar, las cartas están escritas con mucha sinceridad. Y en tercer lugar, tienen un estilo muy cuidado, pese a que sus autores son gente muy sencilla, cuyos únicos estudios son los de la escuela de Mañeru. Son expresivas, tienen intimidad, ironía, espiritualidad... Son muy frescas. Y ofrecen toda la evolución de los acontecimientos bélicos (“decían que no iba a ser guerra, y bien gorda que va a ser...”, dice Mateo en una de sus misivas), la evolución del calendario agrícola (la siega, la vendimia, la recolección de la oliva...), y la del calendario litúrgico o devocional (San Francisco Javier, la Virgen del Pilar...). También se ve la evolución del propio Manolín (“se ha pillado una diarrea, tiene los ojos malicos, le están saliendo las palas, ha empezado a gatear...”) Y por último, la historia de amor de una pareja feliz, casada desde hace dos años, que se quiere con pasión, con un hijo pequeño -Manolín-, y con un montón de proyectos que la guerra acaba por torcer.
¿No da reparo adentrarse así en la intimidad de dos personas?
P. S. A: Por eso hay que hacerlo con respeto, porque las cartas son un tipo de fuente no elaborada, que se escribe ‘in situ’, en caliente y, por supuesto, veraz... A veces se ven manchones por las lágrimas de los autores. La experiencia es de seres humanos siendo leídos por otros seres humanos... Nos trascienden sus emociones, sus sentimientos, su espiritualidad... Dicen que una foto congela un instante de la vida; pero una carta congela el alma de las personas... Además, en el caso de Mateo y Josefina, no encuentras nunca detalles escabrosos. Es precioso comprobar con qué delicadeza se tratan mutuamente para no herirse el uno al otro. Y como tampoco hay palabras rudas contra el enemigo.
¿Qué es necesario para hacer público un material tan íntimo?
P. L: Sobre todo, vencer el pudor y el miedo a ser juzgado. Después, tener las cartas bien conservadas, algo que no es fácil, ya que a menudo se estropean o se extravían. En el caso de Mateo y Josefina, ambos las conservaron con exquisito cuidado. Él en el frente, las llevaba siempre en el bolsillo junto al corazón. Ella, en Mañeru, la s guardaba celosamente y las leía de vez en cuando hartándose de llorar, según nos contó su hijo.
¿Puso Víctor Manuel Arbeloa algún tipo de limitación al libro?
P. S. A: No. Nos dio libertad absoluta para abordarlas. ‘Haced lo que vosotros consideréis -dijo-, confío totalmente en vosotros’.
¿Qué le movió a hacerlo?
P. L: Una libertad interior muy potente y su pasión por la verdad. Víctor Manuel ha sido siempre un hombre coherente en su trayectoria política y religiosa, y extremadamente educado. Mi impresión es que lo ha hecho por valentía personal, por generosidad, y porque, desde su perspectiva de historiador, cree que puede ser un buen legado a las nuevas generaciones.
¿Este libro puede ayudar a restañar heridas?
P. L: El pasado hay que acogerlo, para sanarnos y para que no se vuelva a repetir. Puede que este libro nos dé algunas claves. Sabemos las barbaridades que cometieron cada uno de los bandos, pero pocas veces se analiza por qué se llegó a eso, por qué se llegó a que media España estuviera dispuesta a matar a la otra media y viceversa, ya que consideraban que su coexistencia era imposible. Hablamos de hace 80 años, un tiempo cronológico relativamente próximo, pero sociológicamente mucho más antiguo. La mentalidad de una persona de principios del siglo XX tenía más que ver con la del XVIII que con la actual. Era un mundo completamente diferente, anterior a los cambios sociológicos y avances tecnológicos. Un mundo cuyas gentes habían trabajado en el campo durante generaciones, siglos y siglos. Y que vivían la religiosidad como hilo conductor y amalgama de la sociedad.
¿Qué tratamiento ha tenido el género epistolar bélico en España?
P. L: Es muy reciente y en general se le ha prestado poca atención. Sin embargo, en el mundo anglosajón está muy consolidado, porque da acceso a niveles de información que no aparecen en otro tipo de fuentes: los combatientes cuentan su verdad, sus padecimientos... Las cartas son para ellos un desahogo emocional. En el caso de la guerra civil española se ve la colisión de mentalidades opuestas. Hasta que no se llegue a entender bien cómo pensaban los combatientes de los dos bandos, no llegaremos a entender el conflicto en toda su magnitud.
Voluntarios carlistas leyendo cartas de sus familias en el frente norte
Voluntarios carlistas leyendo cartas de sus familias en el frente norteArchivo Larraz-Sierrasesúmaga
¿Qué valores emana el género epistolar del bando republicano?
P. L: No soy experto en el bando republicano, pero su concepción de la sociedad era totalmente diferente. Ellos hablaban de lucha de clases, de justicia social... Mientras que la principal motivación de los voluntarios carlistas es la religión. También está la patria, en un segundo plano; y, por último, el Rey.
¿Qué labor como editores ha desarrollado cada uno de ustedes?
P. L: Pilar se encargó de transcribir, contextualizar e inventariar todas las cartas, también cantidad de papelitos sueltos debido a la carestía de papel. Fue una transcripción del texto íntegro, sin cambiar nada, excepto alguna falta de ortografía o algún signo de puntuación, para mejorar la comprensión del texto. Además, cada uno escribió un prólogo. Pilar trata la parte más etnográfica, religiosa y espiritual y yo doy el contexto bélico e histórico y las fotografías. Ambos se complementan a la perfección sin haberlo definido previamente. También hay material de mis anteriores libros, como Requetés. De las trincheras al olvido.
Y Víctor Manuel, ¿qué aportó?
P. S. A: Él siempre quiso estar en un segundo plano, pero nos dio las referencias biográficas de Mateo y Josefina y también las fotografías familiares. Además escribió la presentación del libro y dos poesías, la última de ellas escrita ‘ex profeso’ para cerrar el libro en un círculo y para que él y sus padres quedaran unidos para siempre.
¿Contentos con el resultado?
P. S. A: Sí. Ha quedado un libro redondo, dirigido a un público muy amplio, porque es etnografía pura. Mateo y Josefina son informantes de primera mano sobre la vida cotidiana y además son protagonistas, ante todo, de una historia de amor. El libro es como una novela, pero con la diferencia de que es real. Y todo el mundo se puede sentir retratado.
¿Les ha transformado de alguna manera este trabajo?
P. L: Conocía bien esa época, pero estas cartas me han descubierto una forma de pensar y de sentir. No son una historia de guerra, sino una historia de amor y de lo bueno de la humanidad. Me ha conmovido la valentía de Mateo que, pudiendo volver a casa por tener dos hermanos en el frente, decidió quedarse para la toma de Bilbao y allí perdió la vida; y, por otra parte, la ternura y fortaleza de Josefina, que tuvo que salir adelante en circunstancias muy difíciles. También me ha conmovido la valentía y honestidad de su hijo Víctor Manuel, por compartir a su edad esta parte íntima de su familia.
P. S. A: En mi caso, he aprendido de la actitud de Mateo de “no preocuparse” ante las dificultades y de cómo en circunstancias tan difíciles como las que ellos vivieron se aferraron a la vida y, pese a todo, consiguieron salir adelante. Me ha impactado la magnitud del drama, que nos obliga a ser respetuosos y a no hacer debates simplistas sobre la guerra. Puedes juzgar los hechos, pero no puedes juzgar a las personas, sean del bando que sean. Sería algo muy osado por nuestra parte.
volver arriba

Activar Notificaciones

Continuar

Gracias por elegir Diario de Navarra

Parece que en el navegador.

Con el fin de fomentar un periodismo de calidad e independiente, para poder seguir disfrutando del mejor contenido y asegurar que la página funciona correctamente.

Si quieres ver reducido el impacto de la publicidad puedes suscribirte a la edición digital con acceso a todas las ventajas exclusivas de los suscriptores.

Suscríbete ahora