1.000 vuelos diarios surcan cielo navarro

Astérix y Obélix, esos héroes de cómic nacidos de las geniales mentes de Uderzo y Goscinny, representantes de esa aldea insumisa a la Galia romana, no tenían miedo a casi nada. Solo una cosa les aterraba: que el cielo cayera sobre sus cabezas. Más de 2.000 años después de la época en que transcurría esa historia de lápiz y papel, de pociones, druidas y poderes físicos descomunales, ya nadie teme cosa semejante. En todo caso, lo único que podría caer sobre nuestras cabezas, aunque la probabilidad es infinitamente baja, sería un avión. Algo así estuvo a punto de producirse el 2 de octubre, cuando dos aparatos de aviación civil se cruzaron -120 metros arriba/abajo- sobre el cielo de Aibar. No deja de ser una anécdota, como el temor de los galos, en un cielo que cobija a 647.000 navarros y que surcan 1.000 aviones diarios. El dato es una estimación de Enaire, a partir del mes “pico” de tráfico aéreo registrado en 2018 -y que no precisa-. Enaire, escisión de Aena, es la empresa pública que se encarga de guiar los servicios de comunicaciones, navegación y vigilancia de todos los aviones que transitan sobre el espacio aéreo español. Son la friolera de 2 millones de vuelos anuales, con 300 millones de pasajeros. Para dirigir semejante circulación por las autovías del aire, la empresa de Fomento cuenta con cinco grandes centros de control ubicados en Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Sevilla y Canarias. En concreto, los aviones que cruzan el cielo navarro se controlan desde Madrid. Las principales rutas que controlan sobre la Comunidad foral se delimitan en dos sectores: PAU (Pamplona alto) y PAL (Pamplona bajo). Solo el 15% de estos vuelos sobre territorio navarro son domésticos. En concreto, en su mayoría con origen o destino en Barcelona, ciudad a la que unen sobre todo con Bilbao, pero también con el resto de capitales del norte hasta Galicia. Otro foco de vuelos nacionales son los que unen Madrid con Bilbao, San Sebastián o la propia Pamplona. De ellos, un 10% son “gestionados” directamente por la torre de control de Pamplona, que se implica en los aterrizajes y salidas desde la capital navarra y en las aproximaciones (descensos) a aeropuertos cercanos. En lo que va de 2018, desde la torre de Noáin se han gestionado 6.000 vuelos. El mes de más operaciones fue junio con 842, siempre según Enaire. Los guardias del tráfico aéreo distinguen tres tipos de vuelos. Los nacionales o domésticos, con origen y destino en un aeropuerto de España. Los internacionales, con origen o destino en una ciudad española y otra extranjera. Y los sobrevuelos: aquellos que cruzan el territorio sin origen ni destino en España. Lo hacen a través de grandes rutas internacionales a más de 35.000 pies (nivel 350 enla jerga aeronáutica) que equivale a unos 10 km. y medio de altura. Se reconocen porque en la denominación les antecede la letra U, de Uper. Asegura Javier Cámara Gracia, jefe de la división de Diseño, Desarrollo y Implantación ATM (redes de transmisión de datos de alta capacidad) de Enaire, que no se trata de autopistas del cielo, propiamente dichas, sino rutas que planifican las compañías. Son ellas las que escogen en su plan de vuelo los trayectos más cortos o que mayor eficiencia y ahorro les suponen. Aun así, concede la existencia de dos “rutas más troncales” sobre las cabezas de los navarros. Una en el eje norte-sur. Y otra, u otras, en el eje este-oeste. En el eje norte-sur, predominan vuelos procedentes del norte de Europa (principalmente, ciudades alemanas, belgas, holandesas) y también de Francia, con destino a la península -principalmente a Madrid, aunque también a ciudades lusas como Oporto o Lisboa- además de África y Canarias. Y a la inversa. En la franja este-oeste destacan los vuelos con origen y destino Barcelona, tanto nacionales como internacionales. Y de Bilbao con Baleares. En el eje este-oeste, no se aprecia un corredor tan claro, sino varios. Uno que media Navarra y otro más tangencial sobre la Ribera. Hay pasajeros de Barcelona rumbo al JFK, que van a la ciudad condal desde Bogotá o que viajan de Lisboa a Shanghai. Afirma el técnico de Enaire que Navarra “no es una zona especialmente transitada” por las aeronaves. “Los focos de mayor demanda de tráfico suelen radicar” en las ciudades con grandes aeropuertos nacionales e internacionales, como Madrid y Barcelona. Pero sí reconoce que nuestro azul es “zona de paso” de buena parte de los tráficos del norte de Europa. Un “eje de entrada y salida” del tráfico peninsular. Curiosamente, la puerta de entrada se sitúa en Etxalar, como las palomas de la pasa en otoño. A nivel inferior, en los mapas destaca un claro ‘pasillo’ sobre Navarra que enlaza la aerovía de Madrid al norte. Se intenta eludir con ello las zonas militares, que precisan de un permiso específico del Ejército. Por ejemplo, el aeropuerto de Logroño está dentro de una de ellas. Dichas zonas tienen ‘techo’. Es decir, se pueden sobrevolar por encima de una cuota, previa consulta por los pilotos de si hay actividad o no en ellas. Son lo que se llama “rutas condicionales”. Aviones amarillos en la web (martes, de 13 a 14h) En el cielo no hay mugas. Pero sí ciertas ‘autopistas’ a distinto nivel de altura. En los días claros, como el de ayer, es fácil divisar las estelas que se persiguen y entrecruzan en estos mapas del cielo, resaltadas por el sol caído del atardecer. Pero cualquier día es bueno, incluso si sale nublado, para comprobar el tráfico sobre la Comunidad foral. En la web flighradar24.com un mapa interactivo muestra 'around the world' los vuelos en tiempo real. Este martes, 27 de noviembre, entre las 13 y las 14 horas, la página dibujaba sobre Navarra un desfilar constante de avioncitos amarillos entrando a España al oeste del Pirineo, justo en el paso de Etxalar, como las palomas en la pasa de octubre. Solo que mucho más altos. A más de 10 kilómetros sobre las palomeras (35.000 pies o más). Surcaban el cielo ‘navarro’ de norte a sur, hasta que su icono amarillo abandonaba nuestras lindes pasado San Adrián. Por ese pasillo norte-sur, localizado al oeste de Pamplona, lo mismo surcaba un Hamburgo-Lanzarote que un Frankfurt-Fuerteventura, seguidos de un Helsinki-Banjul (Gambia)o un europeísimo Bruselas-Madrid, recien firmado el Bréxit, seguido de Luxemburgo-Sevilla. El avioncito amarillo, a veces, asomaba más grande a la plantalla. Un Airbus. En sentido contrario, ascendiendo el corredor peninsular llegaba el Madrid-Pamplona del mediodía, o se aproximaba un Madrid-San Sebastián. Lo mismo enfocaba al Pirineo un Madrid-Cophenhage o un Madrid-Orly (París) sobre el azul de Navarra. De pronto, a las 12.35, sorprendía sobre Buñuel un fugaz y transversal Madrid-Shanghai, dirección este a oeste. Más arriba de Tudela, poco antes de las 13 h. se cruzaba en el cielo ribero un Bogotá-Barcelona a punto de llegar a destino y un Barcelona-JFK, camino de Nueva York.

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