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Curiosidades navarras

Los vecinos de pueblos de Navarra con apodos o motes muy feos: de piojosos a pelamingas

Rancios, chulos, rabudos, necios, cabezones... En la Comunidad foral hay localidades  a cuyos habitantes les llamaban o siguen llamando, si el uso ha logrado sobrevivir al paso de generaciones, con términos que suenan realmente mal

Ampliar Vista de una localidad navarra a cuyos habitantes se les apoda 'pelamingas'
Vista de una localidad navarra a cuyos habitantes se les apoda 'pelamingas'MONTXO A.G.
Actualizado el 26/12/2024 a las 22:16
El léxico y el ingenio navarros se han dado tradicionalmente la mano para describir de una manera muy particular situaciones, personas, acciones o lugares. Identificarlas 'a la navarra', se podría decir, y así, por ejemplo, en algunos pueblos de la Comunidad foral el significado de burdel no es únicamente el que se ha generalizado como prostíbulo o local donde se ejerce la prostitución.
Los apodos o motes han estado muy instalados en el uso popular, sobre todo en pueblos, si bien en algunos casos su empleo ha ido decayendo por el avance del tiempo y la no transmisión entre generaciones. El tudelano José María Iribarren, autor navarro más leído en el siglo XX e investigador clave para entender el habla y las costumbres forales, dejó recogido en su 'Vocabulario navarro' de 1952, que 'Diario de Navarra' reeditó en 1997, una larga nómina de términos con los que eran conocidos los habitantes de unas doscientas localidades. Cabe recordar, a modo de muestra, los casos de los pueblos a cuyos habitantes les llaman 'gatos' o 'perros', o los apodos de 'torremochas' y el mote de 'rusos' que recibían los de otras localidades de la Comunidad foral.
Pero también hay pueblos en Navarra donde los motes o apodos que se aplicaba o se aplica a sus habitantes suenan realmente mal. Así, Iribarren recoge en su Vocabulario el término de 'chulos' asociado a los vecinos de Güesa, Ororbia y Roncal; o el de 'arrandiosos' (fanfarrones) para los de Leitza.
En esa línea, los habitantes de Burgui reciben el calificativo de 'necios'; los de Munárriz, el de 'locos'; los de Navascués son 'rancios'; los de Sada de Sangüesa son 'lelos'; los de Villatuerta son 'torcidos'; en Sesma son o eran conocidos como 'feos' y en Salinas de Pamplona, como 'piojosos'.
No se acaban aquí los pueblos navarros con apodos o motes incómodos para sus habitantes. Iribarren repasa que a los vecinos de Miranda de Arga les conocían como 'pelamingas', a los de Morentin como 'cabezones', a los de Azcona como 'matacaballos', a los de Lumbier como 'ahorcagatos', a los de Murugarren como 'mataburros', a los de Lezáun como 'arrastracristos' (a modo de irreligiosos) o a los de Tabar como 'vendecristos' (les llaman así porque "cedieron la ermita de un Cristo a los de Nardués de Aldunate", escribe el autor).
Iribarren ahonda más a la hora de explicar por qué a los habitantes de Genevilla les apodan 'rabudos'. Se debe, expone el experto, a que se llamaba así a un grupo de origen judío que había antiguamente en esta localidad. "Hay quien supone que 'rabudos' proviene de 'rabinos', esto es, de 'judíos'. No hace falta forzar la etimología si tenemos en cuenta que los españoles de los siglos XV y XVI atribuían a los judíos un principio de cola", argumenta.

¿Quién fue José María Iribarren?

José María Iribarren Rodríguez (Tudela, 1906-Pamplona, 1971) es conocido especialmente por su citada obra 'Vocabulario navarro. Abogado, periodista, lexicógrafo, paremiólogo y escritor "de ocho a diez de la noche", como él mismo se autodefinió, recibió elogios de otros escritores como Azorín o Dámaso Alonso y de filólogos como el agoizko Francisco Ynduráin. Autor de obras históricas y literarias, Iribarren fue el autor navarro más leído en el siglo XX. Su producción lingüística y de costumbres fue la que impulsó su trayectoria. El ya citado 'Vocabulario navarro', las 'Adiciones al Vocabulario navarro' (1958) y 'El porqué de los dichos' (1962) son sus tres grandes obras de carácter lingüístico. Entre los títulos costumbristas figuran las 'Estampas tudelanas' (1931), 'Retablo de las curiosidades. Zambullida en el alma popular' (1940), 'Batiburrillo navarro' (1943), 'Navarrerías. Álbum de variedades' (1944), 'De Pascuas a Ramos. Galería religioso-popular-festiva' (1946) y 'Cajón de sastre' (1955). Y entre los literarios destacó 'El patio de caballos y otras estampas' (1952).
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