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Obituarios Navarra

Pedro Jesús Baines Sanz, pastor y ganadero roncalés

Ampliar Pedro Jesús Baines Sanz
Pedro Jesús Baines SanzCEDIDA
  • Ignacio Alli Turrillas
Publicado el 07/01/2025 a las 07:50
Pedro Jesús, Pedro como le gustaba ser llamado, nació en Burgui hace 77 años y tras la etapa escolar se incorporó, como su padre y hermanos, al pastoreo en el Valle de Roncal. Gran amigo de la conversación y de las relaciones afectuosas, guardaba silencio de aquellos años, en los que, zurrón al hombro, abandonaba su hogar para acudir durante periodos largos a la altiplanicie de Sasi, Larra, Urralegi o donde le tocara pastorear con las ovejas.
Los que tuvimos ocasión de conocerle desde pequeños o jóvenes, allá por los años 80-90, siempre agradecíamos su presencia en el campamento Scout de La Paz en Izalorra y Sotos de Basari. Traía anécdotas, sonrisas, e historias que mantenía un equilibrio entre la verosimilitud y la confianza de ser ciertas, a los ojos de “los de ciudad”. No nos faltaron lecciones de cómo fabricar chiflas o flauticas, hechas con verguizo, en los tiempos en los que cortar vegetación en las orillas del Esca no era pecado mortal.
Tuve la oportunidad de vivir con él la vida de pastor, o mejor, un espejismo de esta, pues nunca obtuve el título de zagal (ya se sabe, la Universidad de la Vida arrastra hacia otras aguas a contracorriente del alma). Fueron experiencias vitales en las que descubres el calor del corazón montañés, la entrega de quienes son hidalgos desde la cuna de los sentimientos. Así pude entender que el gasoil mejoró sus vidas, permitiéndoles regresar a casa tras “sólo” 20 horas en el Puerto y largas kilometradas por pistas y caminos.
Porque en los pastos tenían su todo. No era sólo la fuente de ingresos, era -y es- su medio de entender la vida, cosa que discutían en largas conversaciones entre esperas y esperas, o entre tanda y tanda de esquileo. Se saben una profesión moribunda, pero siguen, cada vez menos. Y Pedro lograba mantener un vínculo, un pegamento vital entre pastores del Bearn, Salazar, Huesca y el Roncal. Así era, y ese recuerdo indeleble nos deja.
Testigo del fin de los mataderos locales, y de una forma de vida vinculada a la otra, cerraba junto con su familia un negocio de décadas: la carnicería. A sus espaldas cientos de horas de madrugada en las faenas propias, no aptas para una sociedad en la que se pintan vacas moradas y se ven dibujos animados con ovejas de plastilina. Como ganaderos que eran, dejaban parte de su corazón al cerrar la explotación en Miramón, otra lágrima del campo frente a la burbuja urbanita.
El oso o los perros asilvestrados pudieron arrebatarle la actitud jovial en ocasiones, pero mantenía arraigada una bondad humana y cristiana que brotaba victoriosa tras los pertinentes juramentos. Capaz de convencer a los niños del pueblo de que lo que habían visto por las calles era una lombriz, y no una víbora: “no preocuparse y no tocar”.
Cuando le llegó la jubilación, supo reinventarse, y montarse a lomos de los autobuses que salen en los viajes que organiza el Valle. Siempre contando anécdotas, siempre haciendo reír, descubriendo el Mundo del que no pudo disfrutar antes. Iba despidiendo a sus compañeros de Pastoreo de Lorbés, Isaba y otros más, que atesoró en silencio.
Pedro era parte de una familia numerosa, afable y muy sacrificada, de montaña, de pastoreo, de vocaciones vinculadas, de una u otra forma, a esa vida. Todos transmiten un profundo sentimiento y una tenacidad que son ejemplo. Nadie dijo que fuera fácil, y en su proceso y en su ida fueron y son aliento.
Pudimos ir Pedro y yo a entrevistarnos, a finales del verano, con una pastora, en Abodi. Emotivo encuentro entre dos generaciones, tratando temas y conceptos que les hicieron conectar y mantener una conversación que, a mi parecer, es todo un documento etnográfico. Unido a todo lo que enseñó, consciente o inconscientemente, sobre la esquila, el marcado, la sal, la montaña y sus inclemencias…
Partió un amigo, el Pedro de Burgui que inspiró a Félix de Ezperun. Partió mi maestro, por siempre. Te recordaremos cada vez que resuenen tus esquilas.
Ignacio Alli Turrillas amigo y aprendiz de pastor.
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