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Raimo Goyarrola, obispo de Helsinki

"Me he bañado en el Ártico y he celebrado misa en Cabo Norte"

Raimo Goyarrola, sacerdote bilbaíno del Opus Dei y exalumno de medicina de la Universidad de Navarra, reside en Finlandia desde 2006. “Sólo hay 30.000 católicos pero la cifra va en aumento gracias a la inmigración y las conversiones”, dice

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Raimo Goyarrola Belda, en la biblioteca del Colegio Mayor Belagua, donde vivía cuando era universitarioJOSÉ CARLOS CORDOVILLA
Publicado el 14/04/2025 a las 05:00
Raimo Goyarrola Belda nació el 20 de julio de 1969, prácticamente a la hora en que el hombre llegaba por primera vez a la luna. Era el primogénito de un matrimonio de Bilbao que llevaba cuatro años buscando sin éxito el embarazo. Su abuelo Enrique, cuando nació, exclamó: “Este niño llegará lejos”. Acertó en su profecía. En 2006, cuatro años después de ordenarse sacerdote, este miembro del Opus Dei se fue a Finlandia, al fin del mundo. Lo primer, adaptó su nombre al finés. Raimo ha cruzado el Círculo Polar Ártico, se ha bañado en el mar de Barents y ha celebrado misa cerca del acantilado de Cabo Norte, “mirando hacia el sur y rezando por todos los países de Europa”. “Contemplando la belleza de la naturaleza es fácil ver a Dios”, exclama. Estos días, ha estado en Pamplona, donde estudió medicina en la Universidad de Navarra, visitando a viejos amigos y presentando su libro Romper el hielo, historias de un sacerdote católico en Finlandia.
Cuando usted vino a Pamplona con 18 años, su madre se enfrentaba a un carcinoma de mama, que también le trajo a la Clínica Universidad de Navarra, donde falleció un 17 de febrero de 1988. Qué duro.
Sí, fueron meses intensos. Las clases eran exigentes pero todas las tardes estaba con mi madre. Le di prioridad frente a los estudios. Un día un médico fue a buscarme a clase porque mi madre estaba muy grave. Me senté junto a ella, le cogí de la mano y falleció. Fue duro pero a la vez me dio paz. Dios nunca te abandona. En el meses siguientes pude ponerme al día con los estudios a la vez que apoyaba a mi padre desde la distancia.
¿Conserva amistades de su etapa en Pamplona?
Sí, hice muchos amigos. Me enganché con una cuadrilla de pamplonicas. Estos días he aprovechado para quedar a cenar con unos cuantos. Me considero hijo adoptivo de Pamplona y Osasuna se convirtió en mi segundo equipo, por detrás del Athletic. Yo vivía en el colegio mayor Belagua y organizaba muchas excursiones, a los Pirineos, a Baztan… me encanta la naturaleza.
Usted estaba en Sevilla cuando le propusieron ir a un país helado y con un idioma rarísimo. ¿Qué se encontró en Finlandia?
Me pidieron ir a Finlandia porque apenas hay sacerdotes. Con 5 millones de habitantes, hay unos 30.000 católicos, 28 sacerdotes, un obispo y ocho parroquias. Hay fieles que tienen que hacer más de cien kilómetros para ir a misa. Los católicos somos minoría pero es una comunidad en crecimiento, porque hay muchos nacimientos y por la inmigración. Hay inmigrantes de 120 países. Muchos son refugiados. Hemos acogido a 7.000 grecocatólicos por la guerra de Ucrania, hay 1.500 cristianos de Myanmar, latinoamericanos, africanos y también filipinos que vienen a trabajar. Además, hay muchas conversiones.
Las estadísticas dicen que Finlandia es el país más feliz, pero a la vez hay altas tasas de suicidio, alcoholismo y mucha soledad.
Las estadísticas las hacen con parámetros materialistas. El desastre de Finlandia es el individualismo. La soledad es un infierno. En las ciudades no hay vínculos familiares. Estamos trabajando mucho con los jóvenes. Hay cantidad de jóvenes, muchos no creyentes, que sienten un vacío y que están en búsqueda y se acercan. He organizado muchos campamentos en el bosque, sin cobertura, para contemplar y animarles con mensajes positivos.
En 2023 fue ordenado obispo. ¿Qué proyectos tiene?
La Iglesia de Finlandia, al ser tan pequeña, es muy precaria. Apenas hay estructura. Mi prioridad es abrir un colegio católico. Estos días en Pamplona he conocido el colegio privado Adériz, inaugurado este curso. Mi hermano Imanol es el director y uno de sus impulsores. Le he pedido consejo. También necesitamos una casa de ejercicios, un lugar para campamentos. Y me gustaría montar una residencia de mayores. El problema es que son muchos gastos y pocos ingresos. Aunque sorprenda, la de Finlandia es la iglesia más pobre de Europa.
¿Cómo puede ser?
Sólo en calefacción y gasolina se va mucho dinero. La calefacción se pone once meses al año y parte del año estamos a oscuras y el gasto de luz es alto. Los sacerdotes hacen muchos kilómetros en coche a la para celebrar misas. La casa episcopal tiene el sótano carcomido por la humedad. Dependemos en gran medida de las ayudas de otras diócesis de Europa. El papa Francisco ya lo dejó claro, que las grandes diócesis tienen que ayudar a las pequeñas.
¿Ha aprovechado su visita a España para pedir ayuda?
Sí, he hablado con Cáritas de Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya. La Conferencia Episcopal también se ha comprometido a ayudarnos. Y todo aquel que quiera venir a colaborar y a evangelizar es bienvenido. Estamos abiertos a todos los carismas.
Aquí también ha aprovechado para estar con don Florencio.
Sí, nos conocimos en Roma porque a los dos nos nombraron casi a la vez, así que compartimos nuestras incertidumbres e inquietudes. Hemos hecho muy buena amistad.

DNI
​Raimo Goyarrola Belda (Bilbao, 20-7-1969) estudió medicina en la Universidad de Navarra. Miembro, del Opus Dei, fue ordenado sacerdote en 2002 y cuatro años más tarde fue destinado a Helsinki. En 2023 fue ordenado obispo. Además, prepara un doctorado en cuidados paliativos. Acaba de publicar ‘Romper el hielo’ (Editorial Palabra).

Investigador de cuidados paliativos
​Raimo Goyarrola no se ha desvinculado de la profesión médica. Forma parte de un grupo de investigación sobre los cuidados paliativos. Finlandia no tiene ley de eutanasia a pesar que de ha habido tres intentos. “Se ha impuesto el sentido común”, opina. El obispo explica que a nivel europeo el dolor no es la principal causa de petición de eutanasia. “Son causas espirituales o emocionales, de soledad, de calidad de vida, de sentirse una carga familiar. Y son motivos que tienen solución, mediante un acompañamiento, una atención psicológica o poniendo los medios necesarios. El dolor, aunque sea intenso, siempre puede ser tratado. La experiencia me enseñó que, en el ámbito de los cuidados paliativos, la atención espiritual puede ser tan crucial como el tratamiento físico”, expone. 

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