Maneras de emprender
Dos jóvenes recuperan unas viñas viejas de Ayegui y dan vida a su propia bodega
Josu Amatria y Raquel Elizalde lanzaron el proyecto Bodegas Amatria en 2020

Publicado el 10/02/2024 a las 05:00
Josu Amatria Senar y Raquel Elizalde Santiago descubrieron en unas viñas viejas de Ayegui el inicio de su sueño: hacer vino y fundar una bodega. Este primer paso se dio en un paseo de confinamiento por su localidad, un entorno ubicado en Tierra Estella con gran tradición vinícola. “Esas viñas no se dedicaban a la elaboración de vino sino al reparto de uva de mesa para comer entre los familiares propietarios de la tierra”, apunta Amatria, ingeniero agrónomo y enólogo. “Vi potencial en esas viñas para empezar el proyecto Amatria”, afirma junto a Raquel Elizalde, abogada, desde una feria de vino desarrollada en Barcelona.
“Hablé con las familias en cuestión a ver si nos alquilaban las viñas o ver si podíamos regentarlas nosotros”, apunta. “Y así fue”, recuerda contento porque supone una cosa positiva en la Comunidad foral. “Al ser viñedos viejos son más costosos y menos rentables, pero la uva que se obtienen de ellos son bastante mejor”, reflexiona sobre un tipo de producción que escasea.
Hasta la fecha, esta joven pareja emprendedora ha vendido la añada de 2021 y la de 2022. “Las elaboramos en Quaderna Via porque trabajé ahí y nos pusieron muchas facilidades”, apunta. La de 2023 la completaron en Bodegas Irache y la del próximo año en una nueva nave que han adquirido en Artajona. “Está un poco alejada de nuestra zona, que es Tierra Estella, pero el coste para activarla era menor y decidimos ir allá”, señala Amatria.
Estas instalaciones eran propiedad de una chica que las dio de alta como bodega hace cuatro años. “Conocía al ingeniero que hizo todos los trámites para la licencia de actividad y me dijo que estaba libre”, recuerda sobre la opción que salió para iniciar el sueño de elaborar su vino en su propia bodega.
GARNACHA COMO BASE
El proyecto Amatria tiene hasta la fecha un catálogo de tres tintos que parten de la garnacha recolectada en viñas de Mañeru, Cirauqui, Artazu y Ayegui. “El primero, denominado Despistao, se elabora con una garnacha joven. Es la entrada de gama”, explica el enólogo calificándolo como sencillo, afrutado y fácil de beber. El siguiente producto es Zaraputz, con 80% garnacha y 20% tempranillo. Por último elaboran El Temblón, vino extraído de esas viñas viejas que conocieron durante el paseo de confinamiento. La peculiaridad de este último es que hasta la fecha lo han elaborado en una bodega de Juan Carlos Sancha, profesor de Amatria, ubicada en Baños del Río Tobías, en La Rioja.
Josu reconoce que tener el reflejo de sus padres fue un impulso para emprender en un sector difícil. “Ellos han sido empresarios siempre en el sector de la hostelería, un sector complicado”, apunta haciendo referencia al bar-restaurante Obas en Pamplona, local al que que el propio enólogo acude a trabajar también. “Es algo al que todo el mundo dice que no dedicaría todo el empeño”, reflexiona. “Sin embargo, yo a mis padres les he visto felices y eso al final compensa”, reconoce Amatria diciendo que a él le apasiona poder elaborar un vino y transmitírselo a los dos demás.
El gran obstáculo con el que se han encontrado estos dos jóvenes es que no proceden de familias vinculadas al mundo del vino. “Tengo conocimientos de gestión de un negocio por mi familia, pero hemos empezado de cero en un sector con mucha competencia e inversiones muy caras”, dice. “Tenemos compañeros que sus familias tienen una bodega y han heredado las viñas e instalaciones”, comenta sobre esa diferencia inicial.
Lejos de bajar los brazos por este salto, el proyecto Amatria sigue dando pasos firmes. “Teníamos claro que queríamos hacer algo propio”, inciden. “Hay competencia, pero siempre se tiene un mensaje diferenciador que es en lo que realmente crees”, opina este joven productor que pertenece a un nicho de pequeños productores. “Este tipo de comunidades no se ven tanto en España como en otros países”, explica lamentando “la falta de un mayor aprendizaje de la sociedad a la hora de consumir productos”.
Respecto a la acción de emprender, esta pareja lanza un mensaje claro. “Que la gente no tenga miedo, que arriesgue más. Esta mentalidad es un problema social”, se muestra crítico él. “Parece que ser funcionario, tener vida cómoda, es lo más guay, pero hay una cosa muy importante que es irte todos los días a la cama sabiendo que estás haciendo lo que más te gusta”, sentencia.