El plan del señor Sánchez
Era el 22 de julio de 2019. Sesión de investidura del candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez Pérez- Castejón. Subió a la tribuna del Congreso de los Diputados el presidente del Grupo Parlamentario de Ciudadanos, el catalán Albert Rivera, hijo de catalán y malagueña, buen orador, avezado y prometedor político pese a su juventud, que había conseguido en las últimas elecciones generales 57 diputados al Congreso, y la mayoría minoritaria en el Parlamento de Cataluña con 37 parlamentarios, dos años antes.
Rivera, en su contundente discurso contra la investidura del candidato socialista, que había intentado antes su colaboración para formar Gobierno, dijo entre otras cosas:
-“Vamos a hablar del Plan Sánchez. Y vamos a descifrar y a explicar a los españoles qué es el Plan Sánchez. Miren, es un plan por el cual el señor Sánchez se quiere perpetuar en el poder controlando la tele pública, las encuestas, criminalizando a los constitucionalistas, lavándoles la imagen a sus socios: eso es el Plan Sánchez. ¿Cómo está haciendo este plan el señor Sánchez? Muy sencillo: se trata de criminalizar a todo el que no tiene el carné del PSOE; se trata de estigmatizar a todos los constitucionalistas que hemos defendido la libertad, la igualdad y la Constitución durante muchos años; y lavarle la imagen a Otegi en la televisión pública (risas de Sánchez en el escaño); y pactar con los separatistas la Diputación de Barcelona; y quitarle el gobierno a Ciudadanos y UPN en Navarra para pactarlo con Bildu y los nacionalistas. Ese es el plan. Y la pregunta es: ¿con quién puede llevar a cabo este Plan Sánchez? Pues, con su banda, ¡menuda banda! Con Otegi, brindando; con los nacionalistas en Navarra, con los de MES en Baleares, con los nacionalistas de la Comunidad Valenciana, con Podemos, llevando la economía de España. Esos son sus socios de la banda. Tiene un plan y tiene una banda. Por tanto es mucho más importante votar hoy en contra de ese plan que votar incluso [en contra] de un gobierno de Sánchez, porque ese plan es para una década. Le hemos pillado, señor Sánchez (risas de Sánchez en el escaño)”.
Le niega después haber presentado la moción de censura al PP por motivos de corrupción. Y la prueba, una pregunta: ¿iba a dimitir como presidente del Gobierno, en caso de que los responsables socialistas del caso de los ERE andaluces fueran condenados? -“¿Sí o no? Contésteme”. (Grandes aplausos en la bancada de Ciudadanos). Tras reprochar al Gobierno su apatía ante la vergüenza de los homenajes a etarras, terminó diciendo: “El lado correcto de la historia en este momento no es estar con Bildu, ni con Puigdemont, ni con Torra. Es estar con la Constitución y con la Democracia”.
Suele decirse que el fracaso del líder de Ciudadanos fue el no querer conformarse con presidir un partido bisagra, capaz de cogobernar con una u otra opción, y pretender, en cambio, sustituir lisa y llanamente al Partido Popular. Tesis muy incierta. De todos modos, si esta era la visión que Rivera tenía de Sánchez y su partido, difícilmente podía gobernar con él. Lo cierto es que, pasados cinco años, el pronóstico de Rivera se ha cumplido con creces. El pacto con Bildu ha llegado hasta entregarle escandalosamente la plaza deseada de Pamplona. Los homenajes a etarras continuaron hasta llevarlos a las listas electorales, una especie de beatificación o canonización política. Y así en todo lo demás. El Plan Sánchez se ha reforzado con la ley de amnistía. Y la deriva hacia la desconstitucionalización de España, por medio del pacto con las fuerzas desconstituyentes, sigue su curso. Nosotros necesitaremos un Dios para desidolatrarnos y una Patria para confraternizarnos.
Víctor Manuel Arbeloa es escritor