Seguir con los cinco sentidos activados lo que ocurre estos días sobre la tribuna de oradores del Parlamento de Navarra se ha convertido en un verdadero acto de fe. Tanto para los periodistas que cubren el debate sobre el Estado de la Comunidad como para los ciudadanos de a pie -pocos- que conozcan que se está celebrando.
Dos jornadas de sesiones maratonianas donde unos y otros dibujan una Navarra irreconocible para la bancada contraria. Porque de un tiempo a esta parte hay un hecho objetivo: la importancia de lo que se debate en el hemiciclo (o de lo que se debería debatir) camina de la mano con lo árido de empatizar con los discursos políticos.
Líneas leídas con voz engolada y lo suficientemente alta para ni siquiera tratar de oír al de enfrente.
Vivimos tiempos de polarización, de creciente desafecto hacia nuestros representantes y, lo que es aún más peligroso, hacia las propias instituciones. Por ello, un acto como el debate sobre el estado de Navarra necesita de una altura de miras, de autocrítica sincera, que apele a la sociedad foral, a la realidad que vive, y que no sólo busque engatusarla con palabras tan bellas como huecas.
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“Consenso”, “diálogo”, “estabilidad”, “progreso” o “crecimiento” fueron algunos de los mantras que más ha repetido este jueves María Chivite durante su intervención. Un cúmulo de logros enumerados y lanzados hacia la galería para escenificar un “gobierno que gobierna”.
Sin embargo, del debe de la balanza apenas dijo nada. Ni siquiera las listas de espera, quizá la necesidad más acuciante para los navarros en estos momentos, merecieron apenas unas líneas del discurso de la presidenta. De ahí que Javier Esparza, desde UPN, definiese al Ejecutivo foral como “negacionista de los problemas de miles de navarros”. Las casi 64.000 personas que aguardan una primera cita con el especialista a buen seguro que concuerdan con él.
Y también cabría cuestionar la otra idea fuerza que quiso destacar Chivite: la decidida “interlocución abierta y plural en el plano político y social” de su gobierno. Difícil de creer cuando PSN, Geroa Bai, Contigo y Bildu pasan su rodillo parlamentario sobre el 40% del Parlamento sin desviarse ni un ápice de su camino marcado ni aceptar ninguna de las aportaciones de la oposición, por válidas que sean.
El socialismo hace tiempo que eligió a los herederos políticos de ETA como socios preferentes y son tantos los pagos que unos y otros se deben que así es difícil atender a lo que de verdad piensa la calle. Vivienda, cierre de empresas, fiscalidad abusiva, salud... muchos palos en la rueda por más que algunos quieran obviarlos.