"Tanto oír hablar de propósitos de año nuevo una se siente mal, muy poca cosa y acomplejada por no hacerlos"
Empiezo a pensar que soy una verdadera dejada y cada vez que oigo la radio me reafirmo en ello, oyendo a mis sensatas congéneres hablar de sus propósitos para el año que comienza. Y es que, servidora no los hace, y no precisamente por miedo a no cumplirlos. Simplemente no tiene propósitos.
Nunca ha pensado que este año debe ir a un gimnasio, aprender a conducir, dejar de fumar, leer al menos un libro a la semana, no untar las sabrosas salsas o no excederse en las tentadoras rebajas de enero. Nada, y no es precisamente ahora que, a mi edad se morirían de risa en el gimnasio o la academia de conductores, al verme llegar con la pretensión de que me hagan docta en tales materias. He sido siempre así y no por eso me consideraba perezosa, pero ahora, tanto oír hablar de propósitos de año nuevo una se siente mal, muy poca cosa y acomplejada por no hacerlos. Pero si ya es tarde para coger el volante, hacer el pino o saltar el potro, dejar de fumar cuando nunca se ha fumado y ya se lee incluso más de un libro a la semana, ¿qué puedo hacer?
Verdad es que me queda lo de no excederme en las rebajas, pero como en este momento tampoco necesito nada, mi idea era no acercarme a ellas y además felicitarme por no tener que hacer cola a las puertas de alguna zapatería que ofrece buenísimos precios. Pero, ¿y si después de esperar tiempo y tiempo aguantando el frío cuando llegas al mostrador ya no queda tu número?... eso tiene que ser realmente decepcionante, sigue meditando la dejada persona que ahora me considero.
Así que nada. Sigo sin los propósitos de año nuevo que hace cualquier persona de bien, un poco frustrada, eso sí, sobre todo por no saber si sería capaz de cumplirlos, que debe de ser lo difícil, según dicen quienes cada año los hacen.
ETIQUETAS