Opinión
Navarra, ante las debilidades y fortalezas de Bildu

- Manuel Sarobe
Durante seis largas décadas, ETA asesinó, secuestró y extorsionó a destajo por la independencia de Euskadi. Aunque dicha aspiración nunca fue mayoritaria, ello no importó ni a la banda criminal ni a su brazo político, que se obstinaron en imponer sus ensoñaciones a sangre y fuego, con absoluto desprecio a nuestra democracia. Si quieren saber más al respecto, hablen con el siniestro Adolfo Araiz. Lo encontrarán, feliz, enredando por el Parlamento foral.
Según el último Sociómetro, apenas el 19 por ciento de los vascos se declara independentista, un sentimiento en imparable caída. Teniendo en cuenta que Bildu obtuvo el 32,5 por ciento de los votos en los pasados comicios a la Cámara de Vitoria, resulta que buena parte de los abertzales ya no cree en sus históricos anhelos. El programa electoral de la coalición no incluía, de hecho, dicho objetivo.
De haber sabido que acabaríamos así, podríamos habernos ahorrado la friolera de 864 muertos, 2.597 heridos, 90 secuestrados, 10.000 empresarios extorsionados y pérdidas multimillonarias.
Con estos antecedentes Bildu celebró su III congreso en Pamplona, plaza que los socialistas -traicionando su palabra- rindieron a los abertzales en pago de su apoyo a Sánchez y a Chivite. El escenario lo presidía una bandera de Euskadi y otra de Macedonia del Norte. Ni rastro de la de Navarra, la roja con el escudo que incluye la Corona Real, símbolo del Antiguo Reyno. Delegaciones llegadas de los más recónditos lugares se congregaron aquí para meter baza sobre nuestro futuro. Solo faltó homenajear al PSN, que ha hecho por la causa abertzale más que cualquiera de quienes acudieron al Baluarte.
El cónclave no abordó ninguno de los asuntos que más preocupan a la ciudadanía; empleo, vivienda, salud, delincuencia, inmigración, economía... Estos vendedores de crecepelo continúan enredados en sus obsesiones identitarias. Olvidada la independencia, abogan ahora por una nación vasca dentro del Estado español, que fulmina nuestra soberanía. Ninguna referencia al “Estado vasco de Navarra”, la ideica de Asirón.
Me pregunto si la dicha por el advenimiento de su ansiada nación haría olvidar a los trabajadores de BSH, votantes de Bildu, el disgusto por el cierre de su fábrica. Lo mismo sí, visto que los empleados de Sunsundegui han priorizado la política al pan de sus hijos confiando la administración de su empresa a un asesino no arrepentido.
Bildu, no obstante, tiene innegables fortalezas. La calle es suya. Miles de personas se manifestaban recientemente a favor de los procesados por sabotear las obras del proyecto Aroztegia en Lekaroz. Una iniciativa -cuya bondad no juzgo- que no saldrá adelante, por más licencias que tengan sus promotores o PSIS que apruebe el Gobierno Foral, si los abertzales se oponen a ella. ¿Y el Estado de Derecho?, se cuestionará quizás algún pardillo…
Pues, tantos años después, sigue sin regir en la Navarra comanche. Su próxima ekintza, boicotear el AVE. Por cierto, no ayuda a democratizar la calle la tibieza de una Justicia que ha castigado sin postre a quienes acosaron e increparon a un joven que portaba una bandera española por el casco viejo pamplonés … ¡al no apreciar odio!
A diferencia de unos socialistas que van mimetizando los programas de todos aquellos partidos cuyo sostén necesitan -o respaldando a sus candidatos, incluidos los de la mismísima ultraderecha comeniños europea- los abertzales siguen disciplinadamente su hoja de ruta. Nada de corrientes internas o primarias. El capo Otegi decide y las bases asienten. La sombra de Yoyes, que pagó cara su osadía de ser libre, es alargada.
Atesoran paciencia y discreción. Frente al chisgarabís de Puigdemont, que necesita montar un numerito cada día, los abertzales huyen de amenazas o ultimátums, pero no por ello son menos eficaces, pues un día nos desayunamos con Joseba Asirón como alcalde de Pamplona. Han conseguido, además, atraer a una juventud que, en lugar de salir a comerse el mundo, se enrosca más la txapela.
El actual panorama político foral les es de lo más propicio. La derecha, en vez de reivindicarse poniendo en valor sus muchos logros -de cuyas rentas vivimos- está sin pulso y dividida. Contigo Zurekin es una franquicia de Bildu. El nacionalismo pijo de Geroa, que acusa la mala gestión de sus consejeros, se desploma según unas encuestas que vaticinan que no bastará con la abstención de los bildutarras para entronizar de nuevo a María Victoria Chivite, lo cual encarecerá el precio de su apoyo, que el PSN pagará gustoso. Eso, si los radicales no son la primera fuerza de izquierdas -me niego a tildar de progresistas a estos reaccionarios-.
Navarra se convertirá así en la reserva marxista de Occidente; los bildutarras , más partidarios de Karl, y los socialistas, más de Groucho y sus cambiantes principios. Un territorio incomunicado, hostil al talento y a la inversión, con una sociedad indolente cuyos ciudadanos aspiran a ser funcionarios -¡5.000 candidatos optan estos días a 60 plazas de celador!- mientras las grandes empresas huyen o nos evitan y las pequeñas no encuentran relevo, ahogadas por la burocracia, el exceso regulatorio, los impuestos abusivos y el desprestigio social del emprendedor. Deseo ardientemente que los acontecimientos futuros reduzcan mis funestos augurios a un mal sueño. Algo que únicamente sucederá si retomamos las políticas que nos trajeron prosperidad, lo cual pasa necesariamente por arrinconar a unos abertzales que, además de amenazar nuestro autogobierno, nos quieren de vuelta al siglo XIX, comiéndonos los mocos.
Manuel Sarobe. Notario.