E L martes, 9 de marzo de 1993, el Parlamento Europeo de Estrasburgo debate en sesión plenaria un informe sobre el respeto de los derechos humanos en la CE. El eurodiputado de HB, Karmelo Landa Mendibe denuncia la “violación sistemática de los derechos humanos en el País Vasco”, que supone “un problema político sin resolver”: 600 “presos políticos dispersos en un centenar de cárceles españolas”; “torturas y malos tratos por policías y guardias civiles”, denunciados por la ONU y otros organismos internacionales; 13.000 detenciones de ciudadanos vascos en los últimos años; procesos y encarcelamientos de objetores e insumisos; absoluciones e indultos a torturadores y asesinos. Todo ello lo justifica el Gobierno español como “medidas necesarias ante un enfrentamiento armado que presenta como terrorismo (…), con la complicidad de algún partido político sometido a él, como el PNV, o de algún otro político incluido en sus filas”. Y pide la colaboración del Parlamento para que “la voz de las víctimas no quede encerrada en los muros de las cárceles o en cuartelillos de la Guardia Civil de triste memoria”.
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Ningún diputado español de los que intervienen después rebate al batasuno. La mañana del miércoles, aprovechando el debate sobre el procedimiento electoral uniforme para el Parlamento Europeo, contra el que perora, Landa denuncia al Estado español por negarles “las subvenciones electorales de las anteriores elecciones”, y reprocha a Enrique Barón no haber hecho nada durante su presidencia de la Cámara. De nuevo, en la sesión matutina del jueves, se queja ante la presidente en funciones de no recibir respuesta a sus cartas del 28 de enero y 9 de febrero, pidiendo a la presidencia la protección “para el libre ejercicio, sin discriminaciones” de su mandato de diputado, pues él y su Grupo son “víctimas de una grave discriminación política por parte del Gobierno español. (…) El Gobierno, sustentado por el Partido Socialista Obrero Español, se niega a pagar a mi formación política la subvención electoral que nos corresponde legalmente por haber conseguido este escaño…“.
La presidente interrumpe en ese momento al orador. Pero media hora después, y con la misma presidente, vuelve Landa a la carga contra el Gobierno socialista español y contra Barón, y cifra en 400.000 ecus la deuda reclamada. La presidente esta vez le promete examinar la carta que tenga preparada, pero el responsable del Grupo socialista español, Luis Planas, pide la palabra para comunicar a los parlamentarios europeos que la decisión del Gobierno español es la decisión de la Mesa del Congreso de los Diputados de España, y tacha luego como falta de buen gusto que quienes respetan y comparten los valores democráticos tengan “que escuchar esas palabras de quien apoya la violencia y el terrorismo”.
El jueves por la tarde, 11 de marzo, Landa Mendibe explica su voto a favor del informe sobre el respeto de los derechos humanos, pero vuelve a denunciar al Estado español, que practica la tortura “de modo sistemático contra detenidos políticos -especialmente del País Vasco-, que indulta y condecora a torturadores, que lleva una política de castigo en las cárceles contra los presos políticos y que pretende liquidar mediante la represión policial y los abusos lo que es un problema político”. Protestas en el hemiciclo. Termina el orador su diatriba: “Y tengo que reprobar también, señor Presidente, que los diputados del Gobierno español, del PSOE, intenten silenciar mis intervenciones. Sin duda tienen muchas cosas que ocultar”. Nuevas protestas.
Tomo entonces la palabra y digo que todo el mundo sabe que la banda terrorista ETA, junto con la Mafia y el IRA “es el modelo más monstruoso y macabro de la violación sistemática de los derechos humanos en la Europa civilizada”. Aplausos. Y añado que cuando “el cómplice político de ETA” recuerde con respeto a los centenares de víctimas de la banda, por ejemplo a nuestra compañera Bárbara Dührkop, esposa del asesinado Enrique Casas, entonces comenzaremos a escucharle con respeto. Pero, mientras “el cómplice de la banda terrorista ETA, de los matarifes de ETA, no haga esto, la más justa de las críticas que pueda hacer se convierte en la más injusta y desvergonzada de las acusaciones antidemocráticas”. Se repiten los aplausos en el hemiciclo del Parlamento Europeo.