"El problema de Otegi era otro, una baratija en términos económicos que en un hombre dotado de criterios éticos saldría carísima. Pero hablamos de Sánchez"
Descendió de los cielos, y en el congreso del PSN no agradeció -públicamente al menos- el apoyo charcutero de Bildu. Ignoro si Sánchez es bien nacido, pero agradecido no. Quizá no lo fue porque el pacto con sus socios más hirsutos le salió barato; no le exigen recias cantidades de euros para promover el catalán en Europa, ni para colocar vías férreas entre las tres capitales vascas. El problema de Otegi era otro, una baratija en términos económicos que en un hombre dotado de criterios éticos saldría carísima. Pero hablamos de Sánchez.
Una vez derrotada ETA, ¿qué hacer con los presos que llevaban años a la sombra en el maco mientras Otegi y su nomenclatura de concejales, alcaldes y diputados vivían a papo del Estado español? Papá criaba canas en Salto del Negro mientras Otegi y su corte engordaba en sus dachas; a Nekane se le arrugaba el rostro en una cárcel manchega en cumplimiento de las consignas de su abogada –“Sé fuerte, Nekane, sé fuerte”-, mientras Pernando Barrena cobraba diez mil euros al mes como europarlamentario. Otegi asistía a su propia lucha de clases: una creciente tensión entre el proletariado del terrorismo y la burguesía de sus representantes políticos.
¿ERES SUSCRIPTOR? AQUÍ TIENES MÁS INFORMACIÓN SOBRE ESTE TEMA
Amplía la información sobre OPINIÓN en la edición e-paper de Diario de Navarra, disponible a diario para suscriptores de papel y PDF
Pero llegó Sánchez. A cambio de resolverle su rebelión interna, Otegi le ofreció sus votos. Resultado: presos a la calle, blanqueo del pasado terrorista y tergiversación de la historia, es decir, el manoseado “relato”. Así pues, en su escalada de blanqueo, las juventudes de Bildu tenían previsto homenajear a los terroristas el 17 de abril en el Auditorio Municipal de Berriozar Francisco Casanova, que debe su nombre al militar navarro asesinado por ETA. Finalmente, la sección infantil de Bildu celebrará su akelarre en el Polideportivo Municipal del municipio. La condena del PSN al acto resultó tan fatua como su olvido de las palabras de Sánchez, experto en soluciones imaginativas que reniegan del principio de no contradicción: “Posicionarse cerca de Bildu demuestra que no se tiene un proyecto de país”. Obvio.
