Carta de los lectores
¿Sanfermines sin San Fermín?

- Gerardo Castillo Ceballos
En estos días el Ayuntamiento de Pamplona está aplicando una encuesta a los ciudadanos para conocer su opinión sobre los Sanfermines. Me ha llamado la atención una pregunta sobre “la aceptación o rechazo de la devoción al santo”. Me parece una encuesta innecesaria y tendenciosa.
La mejor encuesta es ver en directo cómo vivimos los Sanfermines año tras año, siguiendo una tradición que viene del siglo XII. La celebración original conmemoraba el martirio de San Fermín, primer obispo de Pamplona, en la ciudad de Amiens.
A partir de ese momento la devoción al santo se fue consolidando con el tiempo, más aún cuando llegaron dos reliquias a la ciudad. El programa de fiestas de los Sanfermines contenía en su mayor parte celebraciones religiosas.
Pienso que la mencionada encuesta no tendrá ninguna credibilidad porque va contra la historia y porque su principal responsable, el alcalde Asirón, ha demostrado con hechos que, tanto personalmente como institucionalmente, rechaza esa devoción e incluso pone obstáculos a quienes la tienen y expresan.
Es una encuesta disfrazada de “memoria democrática”, como la de Pedro Sánchez, con la pretensión de que los Sanfermines sean más “democráticos”. Serían “los Sanfermines del pueblo o de la gente”.
La encuesta está diseñada para llegar a una conclusión prefabricada: que los pamploneses ya no somos devotos de San Fermín. Atreverse a hacer eso es inexplicable. Pienso que solo cabe en una mente afectada de cristianofobia: un sentimiento de odio a la religión cristiana. Unos Sanfermines sin San Fermín es como una tarta de chocolate sin chocolate.