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La trastienda de la fiesta

Madrugada tras el vallado

La carpintería Hermanos Aldaz vive las fiestas más de noche que de día. Cada madrugada se encarga de montar y desmontar tramos como el de Telefónica

Ampliar Vallado
Trabajadores de la carpintería Hermanos Aldaz colocan el vallado antes del encierroMIGUEL OSÉS
  • Paula Mas Ugarte
Publicado el 09/07/2024 a las 05:00
Son las cinco de la mañana. Las calles aún bailan, suenan y huelen a fiesta. Mientras muchos deciden retirarse y los más valientes piden otra ronda, la carpintería Hermanos Aldaz empieza su jornada. Durante los Sanfermines, la plantilla aumenta de 5 a unos 70 operarios que cada día se encargan de montar y desmontar el vallado del encierro. En total, 2.700 tablones, 900 postes y 80 puertas componen los 850 metros de la carrera.
Aunque el día oficial de inicio del montaje fue el pasado 31 de mayo, los tablones ya empiezan a ponerse a punto para la fiesta las semanas previas. El vallado, propiedad de la Casa de la Misericordia, se almacena días antes en los corrales del Gas, ordenado estratégicamente para que la madera no se tuerza ni se doble. 
El ajetreo de los preparativos mantiene a Miguel López, Iván y Luis Jiménez e Iñigo Aldaz de un lado para otro durante toda la mañana. “Lo primero que hacemos es ir separando los tablones por zonas y ordenarlos. A cada zona le corresponde un número y una letra”, explica el jefe de carpintería, Iñigo Aldaz. “Mientras los vamos ordenando también se comprueba que ninguno esté rajado, si hay que cambiarlo porque tiene algún defecto o si tenemos que llevar a arreglar los hierros que tienen por detrás”, añade.
Esta tarea les lleva a los cinco carpinteros alrededor de una semana y media y, según califican, es un “momento clave”. “El día 7, si nos falta algún tablón ya la tenemos cruzada”, explican entre risas los operarios. Porque, aunque los preparativos comienzan con más de un mes de antelación, no todo el vallado se deja montado. Ejemplo de ello son los tramos de Telefónica o el del Ayuntamiento, que se montan y desmontan durante los 8 días.
A LAS CINCO DE LA MAÑANA
Para el jefe de carpintería, Iñigo Aldaz, el tramo que más quebraderos de cabeza da es sin duda el de la plaza Consistorial. “Entre los que quieren correr y se quedan allí y teniendo en cuenta que es el núcleo del Casco Viejo, las aglomeraciones son habituales durante las fiestas, especialmente cuando cae en fin de semana”, afirma. “Empezamos a montar a las cinco de la mañana y para las 8.05 ya estamos recogiendo”, cuenta Iván Jiménez.
Los Sanfermines “pasan muy rápido” para los cinco. “Al final entras en una bola y te acostumbras. Cada uno sabe lo que tiene que hacer y funcionas de forma automática”, explican. A la pregunta de si siente presión a la hora del encierro, Iñigo Aldaz responde con una sonrisa. “Presión no, responsabilidad. Es un momento en el que todos los que participamos, ya sea personal sanitario, corredores o nosotros mismos, vivimos con mucha intensidad. En dos minutos puede pasar de todo”, afirma rotundo.
Repartidos a lo largo del recorrido, en cada puesto “siempre tiene que haber alguien con más experiencia”. “Hay que estar pendiente de si se queda un toro atrás o pasa cualquier cosa. Siempre atentos a lo que diga el pastor”, añade. “Aunque pueda parecer complicado, cada uno ya sabemos lo que nos toca hacer, es casi como un ritual”, cuentan los carpinteros.
Los tablones, de abeto del Roncal o francés tienen una medida de entre 3,5 y 2,5 metros, dependiendo de su antigüedad. “Con el tiempo, han ido sufriendo modificaciones. Con las obras y los cambios de normativa que se han hecho en la calle hemos tenido que cortar o sustituir la madera para que todo encaje a la perfección”, afirma Aldaz.
Apilados y ordenados por zonas, a simple vista cuesta diferenciarlos. “Para distinguir una pieza nueva de una vieja hay que fijarse en los hierros. Si están remachados y no tienen punto de soldadura, significa que es una pieza más antigua”, afirma. “El tablón más antiguo puede tener 70 años. Si está en buenas condiciones no se cambia”, asegura el carpintero.
Para diferenciar los tramos y agilizar el proceso de montaje, cada madera va marcada con un número o una letra. Así, al tramo del lado derecho del Callejón le corresponde el número 1 y a los tablones más cercanos a Kukuxumuxu el 35, sucesivamente. Sobre los maderos se pueden leer dibujados nombres, frases, fechas e incluso dedicatorias. Para Aldaz, eliminarlos nunca se ha contemplado. “Son un símbolo de los Sanfermines, cada uno de ellos cuenta una historia”, sentencia emocionado.
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