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El desconocido valle de Navarra con 8 pueblos que nunca ha tenido agua ni electricidad

Entre el valle de Aibar y la Valdorba existe un rincón que quedó en silencio en los años 60 y que ahora recupera la vida gracias al Refugio Juvenil de Guetadar

Ampliar el refugio juvenil de guetadar vuelve a dar vida a un valle que quedó en silencio en los años 60
El refugio juvenil de guetadar vuelve a dar vida a un valle que quedó en silencio en los años 60SALVADOR ARELLANO
  • Salvador Arellano 
Actualizado el 04/04/2025 a las 07:50
Entre el valle de Aibar y la Valdorba se escucha el silencio. Los pájaros, avivados por un sol invernal que parece reclamar la llegada de la primavera, se lanzan en picado hacia arroyo que baja por el barranco de Gardaláin, practicando sus piruetas y jugueteando despreocupados. El viento trae el tañido de los cencerros de las yeguas de jaca navarra que pastan entre los prados y los bosques de la finca de Sabaiza (Ezprogui), un espacio de conservación de las razas autóctonas de Navarra. Es el sonido de la naturaleza en uno de los valles más ocultos y desconocidos de la comunidad: la Vizcaya de Navarra.

Este reportaje salió publicado en el nº78 de la revista Conocer Navarra, en marzo de 2025

La Vizcaya de Navarra es un territorio histórico de Navarra perteneciente desde 1841 al municipio de Ezprogui (antes al valle de Aibar), al sur–oeste de la Merindad de Sangüesa. Antaño poblado por los municipios de Gardaláin, Arteta, Usumbelz, Sabaiza, Guetadar, Irangote (donde al parecer solo vivía un ermitaño), Julio y Loya; es hoy un enclave natural que guarda la memoria de sus viejos habitantes. En estas montañas, localizadas entre barrancos y con poca superficie agrícola, sus moradores no eran propietarios ni de tierras ni de las casas, que pertenecían a nobles y herederos que residían en otras regiones. Nunca llegaron a La Vizcaya el agua corriente ni la electricidad. Estas duras condiciones de vida, enmarcadas en un contexto histórico de fuerte éxodo rural, provocaron el abandono progresivo de las poblaciones. Entre 1944 y 1969 la Diputación de Navarra adquirió todo el valle, estableciendo en la Vizcaya una finca, con sede en Sabaiza, de Patrimonio Forestal de Navarra. En la década de los 60 del siglo XX los últimos habitantes de la Vizcaya abandonaron sus pueblos para mudarse a otras localidades cercanas o a Pamplona, siendo en 1966 cuando salió la última familia de vizcaínos: la de Lucilo Zaratiegui y Gregoria Beorlegui.

Un libro para dar luz a una historia olvidada

La cultura siempre ha sido una manera de combatir el olvido, y en el año 2020 Juan Jesús Recalde Recalde, descendiente de vizcaínos, publicó el libro titulado 'La Bizkaia de Navarra: memorias de un valle en silencio' (editorial Lamiñarra). Una interesante obra de 544 páginas en las que el lector podrá profundizar en la historia y forma de vida de aquellas generaciones que vivieron y cuidaron la Vizcaya de Navarra durante siglos. Como apunta el autor “hablar hoy de la Bizkaia supone descubrir algo que ha permanecido oculto demasiado tiempo. La vida en este valle era muy dura porque la orografía era complicada y hacía difíciles la agricultura y la ganadería. La mecanización de la agricultura, que ya iba llegando a otras zonas cercanas, nunca se conoció aquí: siempre fue la fuerza animal la encargada de los trabajos de tracción, y la mano del hombre y de la mujer. El valle, además, estaba bastante distante de los pueblos grandes o cabezas de merindad como Sangüesa o Tafalla, y en el interior, las comunicaciones entre pueblos también eran difíciles y quedaban reducidas a sendas estrechas y embarradas”. Pero las dificultades de la vida en la Vizcaya, según Juan Jesús Recalde, no eran impedimento para que sus habitantes encontraran aquí su lugar en el mundo: “los propios vecinos y vecinas nos aseguran que allí fueron muy felices. Las prisas y el reloj no existían y el buen humor de estas gentes sencillas destacaba por encima de todo: eran muy bromistas y muy alegres y así lo reconocen ellos mismos. Además, eran muy cantarines, las coplas improvisadas eran para ellos algo natural: las empleaban tanto para cantar en las rondas a las mozas como para atacar al vecino de modo irónico y punzante. Llama la atención que en un valle tan cerrado y con tan pocos recursos hubiera verdaderos artistas a la hora de inventar estas coplas, hacer poesías o tocar instrumentos como guitarras, bandurrias o acordeones. Seguramente el hecho de que todos fueran de la misma condición generaba este ambiente de camaradería”.

La Vizcaya (o Bizkaia) de Navarra: el origen de un nombre

​Aunque existen diferentes teorías sobre el origen del topónimo Vizcaya/Bizkaia una de las más aceptadas es la del reconocido filólogo L. Michelena, quien llegó a la conclusión de que el origen de la palabra tiene que ver con su situación geográfica. "Parece que bizkai ha sido en otros tiempos un apelativo, a juzgar por su difusión en toponimia, y designaba tal vez lugares elevados”. Y añade, que “en cuanto a su origen, una especie de consenso universal, difícil de conseguir en estas materias, relaciona bizkai- con bizkar 'espalda', 'loma', 'cima'”.

Patrimonio forestal y refugio de razas autóctonas

Aunque la Vizcaya perdiera sus habitantes hace décadas, sus más de 3.300 hectáreas de terreno, que van desde los 500m. a los 1050m. de altitud, albergan hoy una importante reserva natural para una de las razas de ganado equino con más historia de nuestra comunidad foral. Desde INTIA, el órgano encargado de gestionar la finca, remarcan que “esta finca es uno de los centros de referencia para la cría de ganado autóctono de Navarra, ya que su principal misión es la conservación de un rebaño de la raza equina Jaca Navarra, actualmente en peligro de extinción”. La finca acoge así una línea antigua de la raza autóctona con origen en Améscoa y Urbasa, manteniendo una población de unos 200 ejemplares de Jaca navarra, además de un rebaño de vacuno de raza Pirenaica y otro de corderos de razas ovinas Latxa cara negra y Raza Navarra. Todo este ganado en extensivo contribuye además al mantenimiento forestal de la Vizcaya, previniendo el origen y extensión de incendios.

Refugio Juvenil de Guetadar

En medio de tanta historia perdida, silencio y soledad, hay un refugio que mira al futuro. Un rincón donde cantar, jugar, bailar y aprender a valorar la naturaleza. El Refugio juvenil de Guetadar se ha convertido en un bonito modo de que las nuevas generaciones de navarros conozcan la Vizcaya.
Tras unos años de cierre reabre de nuevo sus puertas para albergar a los jóvenes inquietos y activos que disfruten de la convivencia y el intercambio cultural. Este refugio, con capacidad para 61 personas, repartidas en cinco dormitorios, se encuentra localizado en la Finca Sabaiza, un terreno propiedad del Gobierno de Navarra que cuenta con sesenta kilómetros cuadrados de bosque.
Actualmente el Refugio juvenil de Guetadar, que permanece abierto todo el año, cuenta con una cocina completamente equipada, un amplio comedor, despensa, y una sala de reuniones localizada en una edificio independiente al principal. Como parte de la adaptación a los nuevos tiempos, y la apuesta decidida por el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad, este refugio del Instituto Navarro de la Juventud se abastece con energías renovables, combinando la energía fotovoltaica y la eólica.
En el año 2022, último año en el que se prestó servicio en el Refugio juvenil de Guetadar antes de su cierre temporal, se alojaron 16 grupos, con un total de más de 700 personas y 4300 pernoctaciones.

¿Cómo reservar?

​Desde el Instituto Navarro de la Juventud se pone a disposición de los usuarios un servicio de reserva online disponible en la sección de Albergues de su web. En esta misma página podrás consultar la normativa del edificio,
los precios y un vídeo informativo.

Teléfonos: 619 718 013 / 848 42 88 25
Email: guetadarreservas@gmail.com

Inversiones necesarias

La larga historia del refugio y su deterioro por el paso de los años obligaron al cese de su actividad entre los años 2022 y 2024, con el objetivo de no comprometer la seguridad de los usuarios. Durante este tiempo las instituciones responsables han llevado a cabo una serie de reformas para mejorar la seguridad y eficiencia energética del edificio.
Los trabajos acometidos durante estos dos años han supuesto una importante inversión que asciende a 200.000 euros. Esto ha permitido, además de aumentar las plazas del 49 a 61, modernizar y adaptar muchos de los aspectos cuya reforma era necesaria. Si bien es verdad que el refugio ya contaba con placas solares, su antigüedad y el deterioro de las baterías y el resto de la instalación obligaron a la renovación completa del sistema de abastecimiento. Esta inversión, que ascendió a los 47.500 euros, fue financiada con los fondos europeos conocidos como Next Generation. También se han renovado la instalación y equipamiento del sistema de gas, aumentando la seguridad de la instalación.
Asimismo se ha procedido al pintado de todo el refugio y a sustituir una de las chimeneas que sirven para calentar el edificio en invierno. Otra de las reformas ejecutadas ha sido la rehabilitación del muro de piedra que asienta y contiene el terreno en el que se sitúa el edificio principal.

El proyecto que vuelve a dar vida a Gardaláin

El silencio que reinaba en el valle desde que lo abandonaron sus últimos moradores se ha visto interrumpido no solo por quienes se han alojado en el albergue juvenil de Guetadar desde su apertura, sino por las voces alegres de los nuevos vecinos de Gardaláin. Este pueblo de la Vizcaya de Navarra estaba abandonado y en ruinas, hasta que hace unos 15 años llegaron un grupo de jóvenes con un proyecto de repoblación autogestionado. Allí han construido con paciencia y tesón su hogar. El lugar cuenta ahora con una quincena de habitantes y cerca de una decena de casas.

Alberguismo juvenil

El Refugio juvenil de Guetadar forma parte de la Red Española de Albergues juveniles (REAJ), una institución sin ánimo de lucro cuyos principales objetivos contemplan el fomento de la movilidad juvenil, la protección del medio ambiente y el entendimiento entre culturas diferentes. Desde la REAJ, reafirman la vocación social de su misión, que no es otra que “promover la educación de la juventud de todas las naciones, pero especialmente la de los/las jóvenes de escasos recursos, inculcando en ellos y ellas un mayor conocimiento, amor a la naturaleza, respeto a los valores culturales de los pueblos y las ciudades de todo el mundo, proporcionándoles albergues en los que no se hará distinción ninguna de raza, nacionalidad, color, religión, sexo, clase social, u opinión política, para poder hacerles así comprender mejor a sus semejantes, tanto fuera como dentro de sus países”.

Al adquirir el Carné de Alberguista los jóvenes navarros podrán acceder a una red de más de 300 albergues juveniles repartidos por toda España, y más de 4.000 en todo el mundo (cuyas reservas se pueden realizar a través de la web).

Actualmente el Instituto Navarro de la Juventud ofrece hospedaje a los jóvenes en tres albergues diferentes: Refugio juvenil Belbieretxea de Santesteban/Doneztebe, el Albergue juvenil Valle de Baztan de Lekaroz (de 198 plazas y gestionado por Aspace Navarra) y el citado Refugio juvenil de Guetadar.

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