Deporte y salud
¿Padeces resistencia a la insulina?

Publicado el 09/10/2024 a las 22:47
Estudios confirman que una de cada tres personas padece de Resistencia a la Insulina y que la mayor parte lo desconoce. ¿Qué significa ésto? Que cuando desajustamos la homeostasis de la glucosa el páncreas segrega insulina y las células del organismo son incapaces de atender las órdenes de esta hormona que permanece elevada “más tiempo de lo normal” provocando inflamación, daño vascular, acúmulo de grasa central, alto riesgo de padecer un trastorno depresivo mayor y determinados tipos de cáncer.
La insulina es una hormona producida por el páncreas que ayuda a que la glucosa de la sangre entre en las células de los músculos, de la grasa y del hígado, donde se utiliza para obtener energía. Cuando los niveles de glucosa en la sangre aumentan, el páncreas libera insulina y ésta reduce el nivel de glucosa en la sangre para mantenerlo en un rango normal (70 a 100 mg/dl). La resistencia a la insulina se produce cuando las células no responden bien a esta hormona y no pueden absorber fácilmente la glucosa de la sangre. Como resultado, el páncreas produce más insulina para ayudar a que la glucosa entre en las células, pero no lo consigue de forma eficaz con lo que genera una resistencia cuyas consecuencias a largo plazo resultan altamente dañinas.
Una proporción elevada de la población mundial es resistente a la insulina y las cifras, desgraciadamente, van en aumento. El pronóstico no es muy halagüeño y es que la resistencia a la insulina está asociada al síndrome metabólico, al cáncer y al infarto de miocardio y cada vez se da en población más joven, donde ya es muy común ver a niños con un exceso de grasa a nivel central, fatiga crónica y con ginecomastia.
La ingesta excesiva de alimentos ultraprocesados hiperpalatables, de refrescos, de productos ricos en harinas y azúcares, las carencias en determinados nutrientes esenciales, el estrés mal gestionado, la falta de sueño, el sedentarismo, provocan fallos en los receptores celulares de la insulina, lo que conlleva a que los niveles de azúcar en sangre se vuelvan crónicamente elevados. Una vez que esos niveles superan un determinado umbral se diagnostica la diabetes tipo 2, una patología que provoca fatiga permanente, hígado graso, trastornos cardiovasculares y cerebrovasculares, depresión, neuropatías, fallos renales, amputaciones de extremidades, pérdida de visión, acantosis nigricans, ovarios poliquíticos y otras enfermedades limitantes.
Las personas con mayor susceptibilidad de padecer una resistencia a la insulina son aquellas que pasan de los 40 años, quienes entran en fase menopaúsica y andropaúsica, los que incrementan el perímetro de sus cinturas, los que siempre tienen “hambre” y picotean de forma constante, los que padecen sobrepeso u obesidad, quienes tienen mucho sueño tras comer, los que hacen “dietas” y no les funcionan, quienes sufren infecciones recurrentes, los que viven con un estrés persistente, quienes tienen estados bajos de ánimo que tratan con la comida, etc., por lo que no estaría de más que los profesionales sanitarios tuvieran en cuenta el estado metabólico de estos pacientes como medida preventiva comprobando el grado de sensibilidad de la insulina, cuyas pruebas son relativamente fáciles de hacer y no suponen un gran coste económico.
La Resistencia a la Insulina es la patología por excelencia del siglo XXI y su incremento asusta. Una sociedad resistente a la insulina es una sociedad enferma, cansada, inflamada, deprimida y más cara ya que implica un mayor coste social debido a la dependencia futura de mucha farmacología y de intervenciones sanitarias.
Confundimos el apetito con el hambre, preferimos el producto al alimento, el maquillaje a la limpieza interior, lo superficial a lo profundo. Buscamos comidas que nos hinchan. Anteponemos el placer de la lengua, que dura unos segundos, al deleite FISIOLÓGICO que es permanente. Preferimos el sol de las tres de la tarde al del amanecer que es antidepresivo como el de la puesta final. Vivimos domesticados y tenemos miedo a decir lo que pensamos, al qué dirán, a salirnos de lo convencional. Nos anclamos a las tradiciones absurdas aunque sean dañinas y las justificamos de forma irracional. Lo queremos todo YA “al instante” y nos cansamos de aquello que dura más de un minuto. Aprendimos de la pandemia a callar, escondernos, alejarnos, aplaudir, pero no a CUIDARNOS que es lo que nos protegerá de las pandemias que están por llegar. Confiamos más en los fármacos que en los hábitos y buscamos la salud en la cronología, mirando más los años vividos que la calidad de los mismos.
¿Cuáles deberían ser los “INDICADORES DE SALUD” de una población?“ Ser feliz, no consumir fármacos, tener vigor, visitar poco al médico, dormir bien, no coger bajas laborales, vivir sin dolor, ser fuerte mentalmente, no manifestar patologías en edades tempranas, trabajar con vocación, ser independiente, vivir sin miedos, tener un hogar y un sueldo dignos, ser agradecido y hacer lo que nos GUSTA hacer”
Un estudio RECIENTE publicado en una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo revela que cada vez estamos peor. La mayor parte de los gastos sanitarios van destinados al tratamiento de las patologías asociadas a la obesidad y ésta genera una resistencia a la insulina persistente. El exceso de grasa daña la fisiología y las enfermedades nerviosas, metabólicas y cardiacas aparecen mucho antes.

¿Es mala tu SALUD? ¿Vas al baño con irregularidad? ¿Realizas “dietas” habitualmente? ¿Tienes dolores inespecíficos? ¿Estás cansado? ¿Te encuentras a disgusto contigo mismo? ¿Sueles visitar mucho a tu médico? ¿Duermes mal? ¿Tomas algún fármaco? ¿Presentas digestiones pesadas? ¿Echas la culpa de lo que te pasa a la edad, a la situación económica, a tu entorno o a lo que sea? ¿Te quejas mucho? Si varias de estas respuestas son afirmativas algo debes hacer, para que todo vaya mejor, puesto que no estás bien “lo sabes” y, posiblemente, padezcas una Resistencia a la Insulina.
Celebramos todo con comidas y bebidas, disfrutamos más de la noche que del día, nos encantan los cotilleos y pensamos que las enfermedades graves sólo ocurren a los vecinos. Dentro de diez semanas llegan las fiestas navideñas y ya encuentras en los supermercados infinidad de productos repletos de azúcares “típicos de esas fechas” en primera línea (turrones, mazapanes, polvorones, roscos, guirlaches, bombones,...) y quien tiene FE lo demuestra con hechos, ayunando, siendo empático, generoso y moderado en las ingestas. El mensaje de Cristo fue todo lo contrario a lo que nos hemos montado y la Navidad se parece más a un carnaval repleto de excesos, alcohol e hipocresía que a un acto de FE. En fin, es lo que hay, unas fechas en las que justificamos la desmesura gastronómica, las borracheras y otros tantos “pecadillos” de la índole que sean. Son fechas donde se “alimenta” a todas las patologías inflamatorias y donde se generan muchas Resistencias a la Insulina.
Cuando uno acude a consulta con un nutricionista con la intención de perder peso ha de comprender que la biología del Homo Sapiens Sapiens es la que es, que el exceso de azúcar, harinas, alcohol, aditivos y productos industriales dañan su fisiología y que en los más desfavorecidos metabólicamente las consecuencias son GRAVES. La dieta del Ser Humano es básica y en función de lo que es, de lo que hace y de lo que quiere se han de diseñar los sistemas nutricionales.
Seguiré en la misma línea educativa. Tratando de informar sobre qué es lo mejor para tí, comunicándome con valentía, honestidad, integridad y con la seguridad de que lo que expongo ¡ayudará a mejorar tu SALUD!
Desearte un feliz mes de octubre, aléjate de la Resistencia a la Insulina con un buen estilo de vida y recordarte que en las cosas más sencillas encuentras lo que más te llena.
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