Cinco años de Covid (V)
Nekane Maya, paciente de covid persistente: "Tengo fatal las piernas; me he quedado estancada"
Arrastra las secuelas desde que contrajo covid hace cinco años. Nekane Maya Mercero debe acostarse dos horas después de su jornada de trabajo. En la calle se sienta por temor a perder el equilibrio y tiene lapsus de memoria

Actualizado el 12/03/2025 a las 09:56
Uno de los mayores temores de Nekane Maya Mercero, estellesa asentada en Zizur de 63 años de edad, es la pérdida de memoria. En cierta ocasión -asegura- recobró la consciencia en un punto alejado del que había partido en Pamplona. Fue un lapsus, desconocido en su rutina antes de contraer covid en la primera ola de marzo de 2020. Como auxiliar de fisioterapia en un centro de Aspace, su empleo era de los considerados imprescindibles y, por tanto, exento de las restricciones de movimiento que confinó a la mayoría de la población. En esto que empezó “a sentirse mal” en un período de desconcierto, temor e incertidumbre.
La sensación de cansancio se acentuó conforme pasaron los días hasta que a finales de mes se mareó. A partir de ese instante, los síntomas de malestar fueron más agudos, como recuerda. “Empecé con problemas respiratorios. Me dolían muchísimo los músculos. Dolores de cabeza horrorosos. Me mareaba continuamente”. Positivo en el test realizado en Refena, debió quedarse recluida en una habitación de su casa. “No te dejaré sola”, escuchó de su hija, Itziar, en un momento de necesidad acuciante que vino a estrechar el lazo familiar.

Durante el año posterior fue experimentando una mejoría. “Los dolores de cabeza se iban distanciando y el problema respiratorio había cedido antes”. Otra cuestión fueron “los músculos de cintura para abajo”. Le fue notificada la obligación de comparecer ante un tribunal para reincorporarse a su puesto de trabajo al año de baja. Declinó exponerse al examen clínico por la carga anímica que le suponía, señala, en un momento en el que aún se sentía delicada.
De vuelta a su empleo, los síntomas, en piernas y glúteos, fueron constantes, afirma. “Me he quedado estancada”, es su percepción. Hoy es el día que después de las seis horas de trabajo debe tumbarse otras dos en el sofá para recuperarse, precisa. “En apariencia estoy bien pero las piernas las tengo fatal. El dolor es horroroso en los glúteos. Me canso mucho”, relata.
Hay veces que mientras camina ha de hacer un alto y buscar un lugar donde sentarse. Hasta lleva una toalla por si no encuentra un banco o un aposento seco en el que detenerse. Participó en el estudio de enfermos de Covid persistente y pasó consulta con especialistas para hoy día ser seguida por su médico de cabecera.
"YA LO HE ASUMIDO"
A los cinco años de contraer la enfermedad y padeciendo secuelas, su estado anímico contiene un poso de resignación. “Ya he asumido” el malestar muscular que paraliza su movimiento ya sea andando o después de estar sentada durante un prolongando espacio de tiempo, como sucedió tras dar testimonio de su experiencia en la entrevista. “Esto es lo que me toca. Hay otras personas que están peor que yo y que les toca sufrir otras cosas. A mí me ha pasado esto”, afirma con una muestra de empatía hacia otros enfermos de covid persistente. Reconoce, eso sí, que le costó la aceptación de su nueva situación cuando -como recuerda- “era una mujer muy activa, que iba todos los fines de semana al monte. No paraba”. Piensa en adelantar su jubilación por el valor del cuidado personal. “Lo primero es la salud”, razona. “Si no la tienes, el dinero no vale para nada”. Es la lección aprendida a los cinco años de una experiencia que le ha marcado de por vida.