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Cinco años de Covid

¿Hemos salido mejores de la pandemia? Ocho personas de distintos ámbitos en Navarra dan la respuesta

Ocho personas de distintos ámbitos echan la vista atrás para recordar cómo vivieron la pandemia y reflexionan hasta qué punto es profunda la huella que nos dejó aquella época de la que íbamos a salir mejores. O no.

Ampliar Alfonso Echávarri, Mari Paz Benito, Nacho Calvo, Carlos Yárnoz, Gabriel Rubio, Elena Hernández, Sergio García Magariño y Eduardo Sáinz de Murieta
Alfonso Echávarri, Mari Paz Benito, Nacho Calvo, Carlos Yárnoz, Gabriel Rubio, Elena Hernández, Sergio García Magariño y Eduardo Sáinz de MurietaDN
Actualizado el 17/03/2025 a las 09:36
¿Aprendimos algo de la pandemia? ¿Qué recuerdos se sobreponen a los demás?¿Somos una sociedad más fuerte después de aquella época distópica? ¿Fueron esos meses un paréntesis o el comienzo de algo nuevo? ¿Caducaron los buenos propósitos individuales y colectivos al mismo tiempo que las mascarillas? Representantes de las fuerzas de seguridad, una juez, un director de instituto, el secretario de la Asociación de Hostelería, un psicólogo y un sociólogo responden a estos y otros interrogantes.
LA VULNERABILIDAD PROPIA
Tenemos "un sesgo" cuando miramos la realidad. Admitimos que en este mundo el dolor, la enfermedad y la muerte son inevitables, pero siempre y cuando todo esto les ocurra a los demás. Así lo cree el psicólogo y director técnico del Teléfono de la Esperanza, Alfonso Echávarri, y por eso mismo señala la conciencia de la vulnerabilidad propia como la mayor enseñanza de la crisis del coronavirus. “Lo lejos en realidad está muy cerca y el sufrimiento humano es tarea de todas las sociedades y personas”, sostiene.
Piensa que basta con echar un vistazo a las noticias para ser consciente de que aquel hipotético mundo mejor que iba a surgir de la pandemia no es tal. “Las ganas de aprender sobre lo vivido duran mientras la situación está activa. Después, se van debilitando”. Si bien “las sociedades no han salido muy fortalecidas”, sí cree que lo ha hecho “el compromiso de la sociedad civil, el voluntariado”. “Lo hemos visto recientemente en Valencia”.
Echávarri hace una llamada a abordar con rigor el ámbito de la salud mental, “que es algo mucho más amplio que la enfermedad mental”, puntualiza. “No todo problema humano constituye un trastorno psicológico. De no tener esto muy claro, podemos saturar los sistemas de salud”, advierte.
LO EFÍMERO DE LA VIDA ALREDEDOR DE UNA MESA
Pocos cambios, costumbres o innovaciones de las que tuvo que aplicar la hostelería, “el sector que más sufrió en pandemia”, perviven a día de hoy. Esa es, al menos, la impresión de Nacho Calvo, secretario de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra, aunque sí aprecia que dinámicas que habían nacido antes, como el tardeo o el delivery (pedir a domicilio), se potenciaron.
Valora Calvo que la pandemia “reflejó lo efímera que es la vida”, animando a “reunirnos con amigos o nuevas relaciones”. Costumbres que son “asequibles para la población” frente a “otro tipo de alardes” de mayor coste. No aprecia a día de hoy que la hostelería viva “un boom” si se miran los datos económicos y de empleo, pero sí reconoce que la pandemia no ha dejado al sector en crisis. “El crecimiento es similar a la situación previa”, calibra.
Piensa que bares y restaurantes sufrieron “políticas sin fundamento e irresponsables”, que hoy contarían con menor respaldo social. “Pero debemos comprender que algunas fueron debido a la ignorancia por lo novedosos que resultó todo lo relacionado con la pandemia”, concluye.
EL CONTACTO HUMANO Y EL IMPACTO EMOCIONAL
En marzo de 2020, Navarra hizo el cambio de enseñanza presencial a 'on line' “en un fin de semana”. Considera Gabriel Rubio, director del instituto Navarro Villoslada, que aquello demostró que “tenemos más capacidad de adaptación de lo que podríamos pensar”. Lo que no pudo suplir la tecnología fue “el contacto humano”, que se demostró “una parte esencial de la enseñanza a estas edades”. No tiene duda Rubio de que aquellos que vivieron la pandemia en plena adolescencia “quedaron marcados”, más que otras franjas de edad. “El efecto ha sido claro y ha durado varios años. A la vuelta del confinamiento aumentaron los problemas de convivencia entre el alumnado, sobre todo entre los más pequeños. En algunas familias empeoró la convivencia en casa y eso luego se reflejaba en el centro”, recuerda.
El impacto no fue sólo emocional, también académico. “Se disminuyeron algunos contenidos, se perdieron algunos hábitos y ha costado recuperarlos”, asume.
Hubiera sido necesario contar con “un sistema de apoyo emocional fuerte” en los propios centros educativos. Lo era entonces y lo sigue siendo ahora. “Tratamos de apoyar todo lo que se puede, pero no contamos con los medios adecuados para tratar los problemas emocionales y psicológicos. Hacen falta profesionales de la enfermería y la psicología”, concreta.
UNA OPORTUNIDAD PERDIDA
El doctor en sociología e investigador de la UPNA Sergio García Magariño piensa que la pandemia podría haber sido “un revulsivo no violento” para acometer transformaciones que el mundo tenía pendientes. Pero no ha sido así. “En el nivel inmunológico, probablemente seamos más fuertes, pero en el nivel organizativo, especialmente en el ámbito político y económico, hemos dejado pasar una oportunidad clave”, apunta.
Entre los retos que se han quedado pendientes, destaca como “esenciales” concluir el proceso de integración política europea y reforzar el sistema de seguridad colectiva de la ONU. “Ni siquiera la digitalización, uno de los ámbitos donde se avanzó más, ha sido definitiva . Y tampoco la pandemia ha generado las propiedades saludables que se le atribuía, porque ha conllevado otros problemas, como la epidemia de 'burn out' laboral (síndrome del trabajador quemado) o la adicción a las pantallas”.
Valora el sociólogo que la crisis de coronavirus dejó lecciones que no hemos logrado “cristalizar en aprendizajes institucionales”. “Que los problemas globales requieren instrumentos mundiales y colaboración internacional; que la comunidad local es un espacio básico para organizar la vida económica y social; y que la deforestación y explotación medioambiental pueden tener consecuencias catastróficas” concreta. “De virus y ciencia abierta colaborativa se ha aprendido más, pero son cuestiones de menor relevancia que las anteriores”, sostiene.
DE LO POLICIAL A LO ASISTENCIAL
La primavera de 2020 revive recuerdos agridulces a cualquiera, pero para Elena Hernández, comandante de la Guardia Civil en Navarra, no es comparable la angustiosa situación que vivieron muchos mayores con la de cualquier otro tramo de edad. “Todos nos vimos afectados. Los jóvenes que por ejemplo comenzaban a asentar su personalidad, los adolescentes, sufrieron y se refugiaron en las pantallas, pero creo que lo peor fue sin duda la soledad de las personas mayores y el aislamiento que tuvieron que imponerse para no contagiarse”. Señala también el cese de terapias a personas vulnerables, que vieron cómo el confinamiento mermaba considerablemente su calidad de vida. En su caso, rescata también recuerdos positivos. “Fue un gran reto personal y profesional. Vivimos un panorama muy cambiante, con miedo, en el que dejamos de lado nuestras actividades rutinarias, del día a día, para priorizar el acompañamiento y el duelo. Trabajábamos en equipo, primó la colaboración y recuerdo con orgullo la entrega, el compromiso y la dedicación de muchas personas, dispuestas a ayudar como fuera en una situación que cambiaba de un día para otro. La prioridad fue proteger a los mayores, a los enfermos o con factores de riesgo, a las embarazadas. La respuesta en general fue muy solidaria”.
PATRULLAJE EN UN ENTIERRO O LO INÉDITO DE 0 SUICIDIOS 
La conversación salta de las risas al recordar la súbita fiebre por hacer deporte a los suspiros tras evocar momentos de tensión. Hubo compañeros muy enfermos y situaciones tan complejas como la vigilancia policial para que asistentes a un entierro cumplieran con las restricciones de afluencia o las medidas de seguridad. Eduardo Sáinz de Murieta era el comisario al frente del área de Investigación Criminal, mientras que Carlos Yárnoz bregaba al frente de Seguridad Ciudadana de la Policía Foral. “Fue asomarnos a lo desconocido y policialmente, como casi todos en sus ámbitos, nos tuvimos que reinventar”. Trabajaban en grupos estancos, temiendo una cadena de contagios que uno a uno fuera llevando a todos a casa. “El miedo inicial era que fuéramos cayendo como moscas. Al final la realidad desmintió todo aquello, pero hubo servicios que ahora los piensas... Vigilar que no hubiera altercados de orden público en la despedida a un ser querido, por ejemplo. Fue duro. Escoltar el tránsito por carretera de las vacunas desde que llegaban a Navarra...”. Sáinz de Murieta extrae secuelas positivas, a pesar de todo. “La misión de cualquier cuerpo policial debe ser la de velar y atender cualquier problema social y desde el covid hemos integrado más esa filosofía”. Recuerda este policía la ‘ola’ de ganas de ayudar. “Gente venía y decía, a lo que estéis, me decís y yo voy. Hubo comportamientos extraordinarios”. También fue inédito lo que ocurrió con el suicidio. En esos primeros meses de confinamiento estricto, prácticamente desaparecieron, algo nunca visto y que con la nueva normalidad volvió tristemente a cifras prepandemia en Navarra. Para Yárnoz sí hubo una pequeña parte de la sociedad que actuó de forma insolidaria y egoísta, con actitudes que preocupaban y generaban conflicto. “Con sus actos podían extender el contagio o hacernos retroceder a una fase más restrictiva. Recuerdo actuar en botellones y que alguno de los chavales te dijera que él se saltaba la norma porque no le importaba contagiarse, porque él sabía que aunque cogiera covid, él no se iba a morir”.
IMPULSO A LA DIGITALIZACIÓN
De forma brusca, la pandemia impuso un impulso digital obligado para no detener el mundo. En el ámbito de la Justicia, Mari Paz Benito, juez decana de Pamplona en marzo de 2020 y actualmente magistrada de la Sección Segunda de la Audiencia de Navarra, valora positivamente la potenciación de ese recurso. “La tramitación electrónica de los expedientes judiciales, el teletrabajo o el empleo de las videconferencias permitieron que se pudiera retomar la actividad procesal tan pronto se alzó la suspensión de los plazos”. Esos avances, valora Benito, pueden repercutir positivamente en Juzgados con una carga de trabajo muy elevada, en los que “además de ser necesario el incremento de la planta judicial, debemos recurrir a esa digitalización para ofrecer un servicio ágil y eficiente”.
En pandemia, la tipología delictiva fue también extraordinaria. “El confinamiento determinó una reducción de delitos como los hurtos, robos, lesiones o delitos contra la seguridad vial, vinculados en general con espacios exteriores, relación con otras personas u ocio. Fueron más frecuentes todos los relacionados con el ámbito de la convivencia en el domicilio (violencia de género o doméstica) o cibernético, sobre todo estafas”. En la actualidad, la tipología delictiva no es distinta de la que podía haber antes de 2020. “Las variaciones responden a factores vinculados a la realidad social de cada momento”, concluye.
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